sábado, 30 de mayo de 2015

Las 10 puertas de acceso de la Plaza Mayor, de Madrid

Ha comenzado el programa Dibujamadrid, que este año dedicará su atención a las zonas más emblemáticas de la zona Centro. Empezamos, a las diez de la mañana, con una sesión de dos horas en la plaza de las Descalzas. A mediodía, la segunda sesión en la concurrida puerta del Sol, recalentada por un verano anticipado. Los primeros dibujos de la mañana han sido lentos y dubitativos. He traído pocos materiales para intentar experimentar, pero siempre es natural que la mano se vaya entonando a medida que avanza el día. Antes de terminar el plazo de tiempo prefijado nos ponemos a la sombra en el bistró de La Central, y acabamos tomando unas tapas en la Casa del Pulpo, junto a la plaza de Ópera.

A las cuatro nos habíamos citado para la sesión de tarde, en la plaza Mayor. El frente de la fachada de la Casa de la Carnicería está en restauración, oculto tras una amplia pantalla decorativa. Tras un primer vistazo, se me ha ocurrido dedicar mi tiempo a dibujar las diez puertas de la plaza, una por una. La mano ha ido mucho más suelta, y en hora y media había terminado los bocetos en el cuaderno. Algo cansado a esas alturas, me dio pereza dar manchas de color. Ahora, una vez reposado, creo que se merecen quedar como estaban, en tinta gris.

1. Puerta de la calle de Ciudad Rodrigo (1835).
Aunque la plaza Mayor de Madrid tiene sus orígenes en el siglo XVI, los actuales nombres de sus puertas datan del siglo XIX, tras el largo periodo de reconstrucción llevada a cabo por Juan de Villanueva y sus sucesores, tras el incendio de 1790 que arrasó un tercio de la plaza.

Tomó este nombre en memoria de la ciudad salmantina que fue recuperada por el general Wellington en 1812, tras seis meses de asedio. Es la puerta de entrada a la plaza desde la vecina plaza de San Miguel y desde la calle Mayor, en su camino hacia la puerta del Sol.

2. Puerta del Arco de Cuchilleros, por el interior. Es, posiblemente, el arco más famoso de acceso a la plaza. Hay una gran escalera para salvar el desnivel más alto de la plaza hasta la calle del gremio de Cuchilleros.
3. Puerta de la calle de Toledo. Al fondo, la catedral de San Isidro. Hay quien dice que es realmente la única que merece ser llamada calle, porque el resto son pequeñas travesías. Estoy justo debajo de los andamios de la restauración en curso, y a mi alrededor veo algunos cuadros expuestos bajo las arcadas. Para mi sorpresa, el idioma que hablan los artistas es marroquí.
4. Puerta de la calle de Botoneras, dibujada desde el interior de las arcadas que rodean la plaza. Desde aquí, más parece la entrada a un patio de restaurantes para turistas. Un empleado municipal de limpieza busca afanosamente papeles que recoger en su carrito...
5. Puerta de la calle de Gerona (1835). Llamada así en recuerdo del heroísmo de Gerona durante la guerra de la Independencia. En el interior de la plaza, se atisba la estatua ecuestre de Felipe III, obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca que data de 1616. Desde aquí se accede a la explanada en la que se encuentra el Palacio de Santa Cruz, hoy sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
6. Puerta de la calle Zaragoza (1835), en memoria del heroísmo en los sitios sufridos en Zaragoza antes los ejércitos napoleónicos en 1808 y 1809. Una boca de acceso al parking subterráneo sirve de entrada a un reguero sinfín de visitantes de la plaza.
7. Puerta de la calle de la Sal. Se denomina así desde 1835, porque aquí estuvo el depósito de venta de sal en el siglo XVII. A pocos pasos está la renovada Posada del Peine, en un lugar que ha sido alojamiento de huéspedes y forasteros desde 1610, aunque del antiguo edificio solo se conserva la fachada.
8. Puerta de Felipe III, denominada así desde 1851. En 1580, Felipe II encargó el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera. Las obras no finalizaron hasta 1619, a cargo de Juan Gómez de Mora, bajo el reinado de su hijo Felipe III, a quién está dedicada esta puerta.

9. Puerta de la calle del Arco del Triunfo, por dentro. Dicen que se llamó callejón del Infierno, por las llamaradas que se veían cuando hubo incendios en la plaza. En esta pequeña calle vivió el regicida cura Merino, que intentó asesinar a Isabel II en 1852.

10. Puerta de la calle del 7 de Julio. Recibe su nombre en recuerdo del 7 de julio de 1822, cuando unos miembro de la Milicia Nacional defendieron el orden constitucional tras la sublevación de la Guardia Real de Fernando VII con parte del ejercito.

sábado, 9 de mayo de 2015

Rebrota Malasaña 2015, una iniciativa verde

Este sábado por la mañana fuimos a dibujar al madrileño barrio de Malasaña, donde se está celebrando la segunda edición de 'Rebrota Malasaña', un proyecto que pretende sensibilizar a los vecinos para que compitan adornando sus balcones con plantas. En el barrio no hay zonas verdes, pero si hay 36.000 balcones que bien podrían albergar plantas que transformarían el ambiente de sus callejuelas y contadas plazuelas. Nuria y Laura nos han guiado a través de algunas viviendas que participaron en el concurso de 2014. Su número es todavía reducido y parecen gotas excepcionales en un mar de balcones desiertos, o habitados por 'intrusos'. Es decir, objetos variados, desde juguetes, a bicicletas, aires acondicionados, escaleras de mano, o bombonas de butano, que convierten los balcones en improvisados cuartos trasteros.












Al final del recorrido, la mayoría nos detuvimos a dibujar los balcones de Arjún, el ganador del año pasado, ubicado en la calle Conde Duque. Sus cuatro balcones están casi enteramente cubiertos de una tupida pared de plantas, con flores rojas, naranjas, rosas, moradas y amarillas, y hojas de varias tonalidades de verde. El cuidado de sus balcones debe tener a Arjún bastante atareado, pero quizás sea una de las viviendas con balcones mejor adornados de Madrid. Su cabeza apareció unos instantes para saludarnos, mientras vertía una botella de agua en uno de los tiestos, junto a la jaula de un canario. Alguien comentó que Arjún es profesor de reiki... Deseo toda la suerte del mundo al proyecto de Rebrota Malasaña. Cambiaría el aspecto del barrio, y quién sabe si motivaría a otros barrios de Madrid.