sábado, 29 de noviembre de 2014

Un rincón de la Aljafería, en el Arqueológico'

Las puertas del Museo Arqueológico Nacional (MAN) han abierto hace algunos meses, después de varios años de obras interminables; que, como suele suceder, nunca acaban gustando a todos. Para mi, la presentación de las historias y objetos han mejorado muy sensiblemente, dentro de que la obra disponible no puede rivalizar con la de otros museos emblemáticos internacionales. En mi primera sesión de dibujo en el museo no he tardado en darme cuenta que la tarea iba a ser compleja, porque no me atrae dibujar objetos aislados y las perspectivas no arquitectónicas son bastante anodinas. Al fin, he encontrado un asiento que me ha permitido acomodarme en medio de un espacio con recuerdos de la Aljafería de Zaragoza, frente a un magnífico friso procedente del Salón Dorado, con restos de policromía del siglo XI.













La primera perspectiva, simple, se ha ido complicando con otras transversales, hasta llegar a organizar un buen cruce de líneas. Objetos, leyendas y detalles se han ido superponiendo en capas, suspendidos del espacio, pero asociados por brillos y reflejos de focos y cristales. La escena es observada desde dentro por tres personajes transparentes, sacados de los numerosos visitantes que se han detenido brevemente delante de mi. Al cabo de un tiempo se ha acercado a mi un celador curioso, que ya había andado rondado alrededor mío. No se si ha podido entender el dibujo de un solo golpe de vista, pero se ha mostrado entusiasmado, porque -según él-, le recordaba a su padre, que siempre estaba dibujando en un cuaderno... Sin duda, el dibujo ayuda a tener la empatía de muchos encuentros ocasionales y curiosos.

martes, 18 de noviembre de 2014

Una escapada al Hayedo de Montejo

Esta semana nos hemos arriesgado a visitar, sin reserva previa, el Hayedo de Montejo de la Sierra, Llegué bien temprano, pero solo encontré pases para las tres y media, por lo que tuvimos que hacer una larga espera. Como en muchos días de otoño, ha hecho un día muy frío, pero soleado. Después de tomar un café, para entrar algo en calor, hemos paseado por el pequeño pueblo y hemos podido dibujar algunas escenas, como la pequeña parroquia de San Pedro, o la travesía de la Amargura. En 'El Hayedo', el único lugar abierto, nos han servido una sopa de cocido caliente y un par de huevos fritos con patatas y panceta. Al fin, las tres y media en punto, nos hemos encontrado con el resto del grupo a las puertas del bosque, para comenzar una detallada visita guiada de casi hora y media.



El hayedo es un pequeño bosque lleno de magia. Los hayedos son muy frecuentes en el norte, pero aquí se trata de una anomalía, que ha sobrevivido por casualidad; aunque su continuidad parece asegurada por el cuidado de los últimos cincuenta años. La senda transcurre junto al trepidante Jarama, que se mueve con rapidez entre el hayedo y un pinar de la vecina provincia de Guadalajara. Al principio, las hayas coexisten con los pinos y otras plantas, pero poco a poco las hayas han dominado al resto de plantas y se han quedado solas, cubriendo con su sombra grandes superficies de terreno, ahora cubiertas de hojarasca dorada. En esta hora cercana a la hora de la puesta de sol, las sombras van convirtiendo el bosque en una mancha impenetrable...


martes, 4 de noviembre de 2014

Sobre la pasarela de la sacramental de La Florida

Esta pasarela sobre las vías del tren es un balcón con vistas a una maravillosa encrucijada de Madrid, posiblemente muy poco conocida. Los trenes de cercanías pasan debajo de nosotros con regularidad hacia la estación próxima de Príncipe Pío, que se destaca delante de la silueta del Palacio Real. A nuestra derecha llegaríamos en un par de minutos a Mingo, o a la ermita de San Antonio. A la izquierda, podríamos ver una pequeña sacramental que conserva los restos de los héroes fusilados por los franceses el 3 de mayo de 1808. Más allá, nos esperan en la Escuela de Cerámica de la Moncloa, en donde Ale ha conseguido que nos dejen asistir tener una sesión de dibujo dentro de sus talleres.











Apenas puedo soportar el fuerte sol entornando los ojos, pero me atrae tanto la imagen que hago todo lo posible por soportarlo. Hace muchísimo frío y algunas ráfagas de aire que me hacen tomar precauciones para que el cuaderno no salga volando. Los trenes entran y salen de la estación con regularidad, tomándose un respiro al acercarse a la pasarela. Apenas se han cruzado con nosotros media docena de transeúntes; la mayoría con apariencia de tener prisa, aunque un par de ellos tienen suficiente tiempo como para observar cómo dibujamos, mientras se acompañan de un vaso de café.. Las paredes de la pasarela de la tapia del ferrocarril y los extremos de la pasarela están cubiertas de graffiti; y hay restos de un pequeño botellón.