viernes, 11 de diciembre de 2015

Una escapada a Murcia

Hace unos días se han casado Emilio y Gloria, y hemos bajado en familia hasta Murcia y Lorca, el lugar en donde nació Gloria, y donde conserva a toda su familia. Ha sido un auténtico ‘bodón’ de los que ya no suelen verse, más al gusto de la familia de la novia que de la propia pareja, pero algunas tradiciones tienen raíces muy fuertes. La tarde de vísperas llegamos a Murcia al anochecer, y estiramos las piernas por la ciudad, de la que apenas recordaba nada de mi única y fugaz visita hace unos años. 


Paseamos entre un ambiente festivo y pulcro hasta la catedral (arriba). Eran las ocho y media cuando llegamos y ya estaba cerrada, pero muy bien iluminada; barroca y recargada, pero impactante. A falta de catedral, pasamos a contemplar un enorme belén instalado en un patio del Palacio Episcopal, con múltiples escenas y repleto de minuciosos detalles. De regreso al hotel, paseamos por la calle Trapería, sobre un recorrido en alfombra roja hasta el mercadillo artesano de Navidad. Fue un paseo muy bonito, cuyo recuerdo permanecerá por mucho tiempo en nuestra memoria.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Despedida de otoño en Aranjuez

Hoy nos hemos acercado a dibujar al pueblo de Aranjuez, para despedir la temporada de otoño, no sin cierto cansancio acumulado. Ha hecho un día estupendo, soleado, luminoso y brillante. La población está muy solitaria, como vacío estaba el salón del Rana Verde donde hicimos nuestra parada a media mañana, para tomar unos bocadillos y evitarnos una larga comida. A nuestro lado, un grupo de músicos aficionados ensayaba el concierto de Aranjuez, con más voluntad que armonía, para amenizar la comida a un grupo de turistas japoneses. 


Con el estómago agradecido, nos hemos adentrado en el vecino Parque del Príncipe. El otoño se está deshaciendo a pasos agigantados. Una buena parte de los árboles dejan pasar la luz a raudales entre sus ramas, y el resto están perdiendo su explosión de color. La orilla del río está silenciosa. Una piragua se desliza a escasos metros, y varios grupos de patos se mueven pasivamente río arriba, y río abajo. Apenas nos hemos cruzado con media docena de personas. Los jardineros amontonan las hojas de los suelos con ruidosos artefactos sopladores, mientras que los remolques acumulan las montañas de desechos junto a los invernaderos. Afortunadamente, hemos podido esbozar un par de dibujos (arriba y abajo). antes de huir del polvo.


Visitamos el Palacio, en la gratuita de los jueves a partir de las 3pm. No tuvimos guía, ni hicimos apuntes de dibujo, pero esta visita inesperada resultó muy agradable, justo a tiempo para volver a la estación y coger el tren de regreso a Atocha. Me traigo conmigo los recuerdos de muchos lugares donde me gustaría pararme a dibujar: en el palacio, en los jardines, junto al río, en el restaurante, en las corralas, la estación de tren, en la nostálgica avenida de los árboles centenarios… Seguro que volveré pronto, quizás en primavera. 

jueves, 19 de noviembre de 2015

El Puente de la Culebra, en la Casa de Campo

Nuestro periplo de bocetos otoñales nos ha llevado esta mañana hasta el puente de la Culebra, en la Casa de Campo. Otro dia soleado en el que brillan las hojas en los árboles, y el agua por su ausencia. Nunca hasta ahora había oído hablar de este puente. Se trata de una pequeña obra arquitectónica del XVIII, diseñada para salvar el diminuto arroyo Meaques, que fue construida por el arquitecto Francesco Sabatini a instancias del rey Carlos III. 


A lo largo de su sinuosos trazado, de dónde le viene su nombre popular de la culebra, se combinan la armonía de los ladrillos rojos de sus arcos, con las formas de granito, mientras árboles y arbustos parecen plantados solamente para dar armonía al conjunto de la escena. Apenas han pasado almas por esta zona tan alejada del parque, a excepción de unos pocos paseantes, corredores y ciclistas solitarios. Concentrados como estamos en silencio sobre nuestros cuadernos, somos objeto de la disimulada perplejidad para unos, y de la falsa ignorancia de otros pocos. ¡Una buena mañana para todos!.


jueves, 29 de octubre de 2015

Sepúlveda y las Hoces del Duratón

Hoy he vuelto a ponerme en camino muy temprano, tras dejar a Víctor en la estación de cercanías, a las siete en punto. El amanecer viene nublado y la primera parte de la ruta es lenta y anodina. Al pasar por Somosierra me sorprende una fina lluvia que espero levante a lo largo del día. Mi primer destino es en el pueblo de Duratón, el que da nombre al río. Allí paro a ver el exterior de una iglesia románica del siglo XIII. Un par de campesinos madrugadores pasan a mi lado, y me miran entre curiosos y extrañados, mientras hago un apunte desde el interior del coche.


Desde allí me voy a Sepúlveda, en el borde del parque de las Hoces del Duratón. Paseo por las cuestas de sus calles, húmedas y solitarias, hasta el santuario y mirador de la Virgen de la Peña. Después paso unos minutos por la iglesia antigua de Santiago, donde han instalado recientemente la casa del parque. Hago algunas pesquisas y me llevo un plano. Es hora de reunirse con el resto del grupo.

Las neblinas no nos abandonan hasta mediodía, y le primera impresión de las Hoces y la ermita de San Frutos es muy misteriosa y medieval. Nos sentamos a hacer un primer apunte, resguardados del agua en una covacha justo frente a la ermita. Al desaparecer la lluvia, los buitres se atreven a sobrevolar sobre las hoces frente a nosotros, acabando con vuelos rasantes sobre nuestras cabezas.

Después de tomar un pequeño tentempié, nos hemos trasladado al cruce de las sendas, en el puente del Villar. Nos adentramos un par de miles de metros por la Molinilla, a la vera de chopos gigantescos. Hemos explorado una enorme oquedad que llaman 'la cueva del cura' y nos hemos sentado a hacer otro apunte a la orilla del río. Por encima de nuestras cabezas, más allá de las altísimas copas de los árboles, oímos los ruidos y aleteos de los buitres.

Al terminar el apunte tomamos caminos diferentes, ellos volverán a Madrid por Pedraza, y yo por Sepúlveda, de nuevo. Allí paro unos minutos a hacer un último apunte en solitario (arriba), desde el lugar que llaman mirador de Ignacio Zuloaga. Sepúlveda está en un enclave precioso, justo al inicio de la senda larga por la orilla del río, y merece la pena volver por aquí más a menudo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Una mañana en el Botánico

Tal día como hoy, falleció mi padre, hace ya muchos años. Murió cuando yo solo tenía doce años, y apenas le había visto en muy contadas ocasiones durante los últimos ocho años de su vida, que la pasó aislado de la familia, internado en dos hospitales de la sierra de Guadarrama, con la esperanza de que el aire serrano pudiese aliviar su enfermedad. ¡Descanse en paz!
Esta mañana hemos ido a dibujar al Jardín Botánico, en el Paseo del Prado. A primera hora noto la desazón de un poco de fresco y las sombras cubren toda la escena sin dejar espacio a la imaginación, pero a medida que el sol va ascendiendo por su arco, el jardín va recobrando volúmenes y vida.


Ale parece ser bastante aficionada a las plantas y nos recita los nombres de algunos árboles y arbustos. Así paseamos un buen rato por todos los senderos y paseos del jardín, entre fuentecillas diminutas y estatuas de ilustres botánicos, tomando fotografías, recogiendo algunas hojas, y deteniéndonos ante cualquier minúsculo detalle. Después de fisgar en el invernadero, y digerir una curiosa exposición sobre vinos en el pabellón central, subimos al jardín de bonsáis donde nos sorprendió un hayedo bonsai. Satisfechos del paseo, nos sentamos en el borde de una fuente a hacer un apunte del jardín (arriba), para captar la explosión de luces y color.








jueves, 15 de octubre de 2015

Riaza y el hayedo de la Tejera Negra

Segovia es una de las que ofrece más impresionantes bellezas entre las que rodean a Madrid. Nuestra salida otoñal de los jueves nos ha conducido hoy hasta Riaza, en la sierra norte segoviana, cerca de los límites con Madrid y Guadalajara. Aunque es un pueblo bastante activo, la población desciende notablemente fuera de la época estival, como en la mayoría de los núcleos rurales. Me he quitado el frío del alba con un café bien caliente, y después me he sentado a hacer un apunte en un banco de la plaza mayor, que es realmente la arena de un coso taurino, frente al ayuntamiento, a una hilera de casas riazanas y a la iglesia de Nuestra Señora del Manto, del XV.


A las once salimos hacia nuestro principal destino del día: el hayedo de la Tejera Negra, en la vecina Guadalajara. Es un día soleado y el camino nos reserva muchas sorpresas a cada paso, por contraluces de álamos y chopos en plena explosión otoñal, y por el contraste salvaje de las construcciones de arcilla y el azul del cielo. El grueso del día hemos estado caminando por la senda de las carretas del hayedo. Al llegar al mirador, nos hemos detenido a tomar un refrigerio y hacer un apunte de los hayedos naranjas y los selvares rojos sobre fondo azul, en el silencio de la cumbre. El camino de regreso a través del bosque nos entretiene de nuevo, porque hasta los siempre verdes pinos tienen luces y sombras que ofrecer. Después de un café en Ayllón, nos hemos despedido hasta otro jueves.



jueves, 1 de octubre de 2015

Un magnífico día de dibujo, en Maderuelo

Este jueves hemos iniciado la segunda temporada de dibujos otoñales, conocida en nuestro grupo como ‘la caza del octubre rojo’. Nuestro primer destino ha sido Maderuelo, una pequeña villa monumental segoviana, atrapada entre su muralla medieval, el río Riaza, ahora pantano de Linares, y los aires de la meseta norte castellana, inalterados desde siglos pasados. Quizás en su origen fue solo un castillo, luego reconvertido en pueblo. Una amable vecina nos dice que una vez hubo hasta nueve iglesias, supongo que sería contando las ermitas, porque a mí me parece mucha iglesia para tan poca población. 


El pueblo estaba casi desierto esta mañana, y nos hemos movido a nuestro antojo, de un lado a otro de la muralla, desde la puerta de acceso, hasta la explanada de los restos del castillo. He terminado cuatro dibujos en esta jornada, silueteados con rotulador marrón de punta fina, y compartiendo las sombras entre naranjas, ocres, rojos y azul ultramar, de ceras acuarelables aplicadas a pincel. Arriba,  una panorámica de la plaza de la imponente iglesia de Santa María del Castillo. Abajo, una vista del pueblo desde la ermita de la Vera Cruz. De esta ermita proceden unos frescos religiosos del siglo XII que se trasladaron en 1948 al Museo del Prado.


Si el día ha sido bueno, el regreso a Madrid me ha parecido espectacular. Al contraluz del atardecer, el asfalto brilla y los campos en barbecho parecen alfombras doradas y albinas, contrastando con franjas oscuras en las tierras descarnadas y rayadas por el arado. Atravieso pequeñas aldeas, de cuyas solitarias iglesias se escapan a los campos las imponentes huellas de sus torres. La naturaleza está brindando con sus mejores galas antes de la puesta de sol, y la luz acaricia las arboledas cuyas hojas están empezando a cambiar de color. En el horizonte, las siluetas azuladas o moradas de las montañas del sistema central y del paso de Somosierra. Una imagen épica para un magnífico día de otoño.

martes, 22 de septiembre de 2015

Por la mañana, un apunte en el ejemplar de arte mudéjar más antiguo de Madrid

Tras un largo recorrido, primero en tren de cercanías y luego bordeando a pie los extensos solares de la antigua Cárcel de Carabanchel, llego al punto de reunión con mis amigos dibujantes. Esta mañana hemos decidido prestar atención a la ermita de Santa María la Antigua, actualmente la capilla del viejo cementerio de Carabanchel. Los orígenes de la iglesia se remonta al siglo XIII y está construida en estilo románico-mudéjar. Cuenta la tradición que está levantada sobre unos terrenos en los que se sitúan dos de los milagros atribuidos a San Isidro dos siglos antes (1080-1172).


Y, por la tarde, una visita al Museo Sorolla

He llegado con tiempo al recinto del museo, a primera hora de la tarde, y me he sentado a dibujar a la sombra en un banco del jardín. Tengo la sensación de haber llegado a un oasis, aunque debo hacer un esfuerzo por abstraerme del ruido de coches subiendo y bajando por la calle Martínez Campos. Me fijo en las diminutas fuentes que alegran de vida de este rincón, llamando la atención frente a los luminosos pedestales del otro lado del huertecillo. La imponente casa domina la escena, desde la izquierda, compartiendo espacio con árboles frondosos, y devolviendo referencias de luz a todas partes. Adentro espera la colección permanente de unos de los pintores españoles más importantes de todos los tiempos y una magnífica exhibición temporal sobre 'Sorolla. Arte de la luz'.




jueves, 17 de septiembre de 2015

Una oportunidad única: dibujando desde la torre de control de la T4, en Barajas

El Museo ABC ha organizado, junto con AENA, una visita para dibujantes al aeropuerto Adolfo Suárez, de Madrid-Barajas. Es una oportunidad que no creo se vuelva a repetir. Aparte de la grandiosidad del espacio aeroportuario y la vista privilegiada desde las alturas, un reducido grupo hemos podido dedicarnos a nuestro hobby preferido. Hemos pasado todo una larga jornada en el aeropuerto. Por la mañana, en la terraza de la torre de control; y, por la tarde, en el terminal en los corredores de embarque. Gracias al museo, por facilitarnos esta estupenda experiencia.



sábado, 5 de septiembre de 2015

Una caminata por los alrededores de La Granja de San Ildefonso

Llegué temprano al punto de encuentro en La Granja, y pude esperar al resto del grupo haciendo un primer boceto frente a la puerta de la entrada por la calle de la Reina, junto al Parador Nacional, que aparece a la derecha en el dibujo. Me atraen los contraluces de la mañana, cuando el sol derrama vida a través de las esquinas... El arco luce una solemne inscripción que delata su edad: 'Reynando Carlos III'. A través del arco y la calle, al fondo, nos espera la iglesia de los Dolores, delante del manto de la sierra de Guadarrama. La Granja es un lugar de ensueño, un lugar destacado entre los muchos rincones apacibles con encanto de los alrededores de Madrid.


El motivo de la reunión era caminar y dibujar en las calderas del cercano río Cambrones, por lo que nos alejamos del núcleo urbano de La Granja, por caminos cada vez más estrechos hasta multiplicarse en veredas de monte bajo. El pequeño cauce del río discurre encajonado a la falda de la sierra. Su caudal de agua es escaso a estas alturas del verano, pero sigue discurriendo bien fría, como recién salida de las entrañas de la sierra.


Hemos parado en una primera poza a descansar, tomar un aperitivo y dibujar un primer boceto. María, la hija de Fernando, se ha atrevido a darse un baño, pero ha salido rapidamente del agua, porque estaba helada. Aguas arriba, hemos parado en una segunda poza, donde dibujé el segundo boceto, después de reponer fuerzas. El día ha sido estupendo y la compañía magnífica. Me gustaría volver a este lugar en primavera, cuando el agua baje como una sonora torrentera.


jueves, 30 de julio de 2015

Monserrat con Limón, detrás del Museo ABC

A veces llego con tiempo de sobra a mi clase de acuarela de los miércoles, y paso por el 'Conde Duque', al fondo, a tomar café. La luz de la mañana entra con fuerza por la calle Monserrat, dejando clavada cada cosa en su lugar, e inundando de claridad a algunos comercios que todavía tienen echado el cierre. El museo,  detrás de la pared de ladrillo de mi derecha, está aún dormido, y su sombra perezosa cubre a la calle del Limón. ¡Apenas pasa un alma por la calle!.


viernes, 3 de julio de 2015

Unos días por la costa asturiana

30 de junio
Hacia el norte, por Taramundi
Desde las Médulas bajamos hacia la costa por Taramundi, famosa en los siglos XVIII y XIX por sus ingenios de movidos por agua, de los que sobreviven numerosos restos. Paramos a visitar Os Teixois, un caserío de apariencia medieval, junto al arroyo de las Mestas. Allí pasamos un par de horas estupendas, primero degustando un delicioso plato de quesos con miel, todo de la tierra; y luego entretenidos por las demostraciones de los ingenios artesanos: el mazo de la fragua, el molino de cereal, la piedra afiladora, o el estruendoso batán para ablandar telas. ¡Lástima que pudimos quedarnos a comer, cuando ya chispeaban las ascuas en la parrilla!


Castropol, en la ría Ribadeo
Nos acercamos hacia la costa a mediodía, por la ría de Ribadeo, lugar por donde desemboca al Cantábrico el popular río Eo, que separa las tierras gallegas y asturianas. El resol domina el cielo a esta hora, denso y cegador; pero el paisaje es agradecido y apacible a nuestro alrededor. Reina un moderado silencio, solo interrumpido por las labores de descarga de un barco en el muelle, a nuestra izquierda. Desde la soleada terraza del Parador de Ribadeo, el pueblo asturiano de Castropol parece el cuadro de un paisaje bien colgado del cielo, al otro lado de la ría.


Bajamar en la playa de las Catedrales
Por la tarde nos acercamos a la playa de las Catedrales, apenas a una decena de kilómetros hacia poniente. Hemos llegado pronto, cuando el mar apenas empezaba a retirarse de la tierra, y hemos aprovechado el tiempo reponiendo fuerzas con un pulpo a feira y cerveza. Está nublado y no hemos podido contemplar la puesta de sol, pero si hemos podido disfrutar de una larga hora y media de paseo entre los espectaculares acantilados y sus enigmáticas cuevas, mientras las aguas seguían retirándose serenamente mar adentro, con la precisión de un reloj suizo, y el agua encharcada se filtraba tierra abajo.


1 de julio,
En la misteriosa 'Villa Excelsior', de Luarca
Esta mañana, tras pasear por el bonito puerto pesquero de Luarca, hemos ascendido a la planicie de Valdés, el lugar favorito de sus 'indianos'. De entre todas las villas, nos impresionó 'Villa Excelsior', tanto por su envergadura, como con el estado de misterio y abandono en que se encuentra. Al parecer, fue construida en 1912, por un asturiano que heredó la fortuna que había hecho su tío en Argentina con un negocio de tabacos... Pero, como a veces sucede, el resto de la historia fue de mal en peor, hasta que un siglo después la mansión apenas respira. Dicen que hay un proyecto para convertirla en hotel muy pronto. ¡Me gustaría volver para verla con su esplendor recuperado!


En el mirador de la ermita de la Regalina
Esta diminuta ermita fue erigida en 1931, por impulso del padre Galo, un natural de Cadavedo, sobre un lugar más estético que devoto. Las vistas desde la planicie en la que se asienta la ermita son realmente espectaculares, especialmente hacia oriente; desde donde puede verse, muy por debajo, la cercana playa del pueblo. El lugar está bastante solitario, solo hay un par de lectores, ensimismados en sus libros, y unos críos jugando a las cartas sobre la hierba. Un pequeño grupo de gaviotas pasa graznando muy cerca de nosotros, con sus vuelos acrobáticos.


En Cudillero
Después de una sabrosa comida asturiana en 'El Faro', paseamos por la plazuela de los restaurantes hasta el puerto y me siento a dibujar en un banco. Hoy hemos coincidido con unas fiestas populares locales, y el bullicio de cánticos y celebraciones llega a ser ensordecedor. Si volvemos la vista, parece como si estuviésemos en el centro de un gran teatro griego, donde se han cambiado las gradas por casas, caprichosas y coloristas, que se nos echan encima como en una avalancha titánica e imprevista. Las calles son innecesarias y solo hay lugar para esbozos de escaleras y rampas, tortuosas y estrechas.


2 de julio
Paseo por los soportales de la calle Galiana, en el casco viejo de Avilés
El casco antiguo de la villa de Avilés bien se merece una visita. Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1955, y es considerado el segundo mejor casco antiguo de Asturias tras el de Oviedo. Después de un estupendo desayuno en una chocolatería cercana a la plaza del ayuntamiento, paseamos por sus calles y plazas. La calle de Galiana, construida en el siglo XVII, es un ejemplo imponente de calle con soportales, que debió permitir a los artesanos de antaño trabajar con luz en la calle, protegidos de la lluvia, del sol y del viento. En la planta baja tenían sus almacenes y las cuadras, con la vivienda en el primer piso, y la huerta en la parte trasera.


En el faro de Cabo Peñas
El faro de Cabo Peñas fue el primer faro construido en la costa asturiana (1852), y es uno de los pocos faros de España que todavía cuenta con farero. La construcción está situada en la meseta del Cabo de Peñas a unos cien metros sobre el nivel de un mar muy peligroso, que tiene registrados numerosos naufragios en los alrededores. El edificio del faro cuenta en la actualidad con un pequeño museo de temas marinos, en donde pudimos ver una recreación en vídeo de legendarias luchas submarinas entre cachalotes y calamares gigantes (kraken).


Anochecer en el mirador de San Roque
Al anochecer visitamos el pequeño pueblo de Lastres, sin duda uno de los más bonitos de Asturias. El dibujo de abajo está hecho en el mirador de San Roque, por encima del casco urbano, entre la capilla del santo, a la izquierda; y el restaurante del mismo nombre a la derecha, que no se ve en el boceto, y que hoy jueves estaba cerrado. Al fondo, la sierra de Sueve, separada por la entrada del mar.


3 de julio
Las pinturas rupestres de la cueva de Tito Bustillo
En las inmediaciones de Ribadesella está situada la cueva de Tito Bustillo, que contiene pinturas rupestres datadas entre el 22.000 y el 10.000 a.C. Es imposible dibujar o fotografiar dentro de la cueva, pero si puede hacerse en el excelente museo situado en las inmediaciones de la cueva. El conjunto principal tiene pinturas de caballos de gran realismo y gran tamaño, utilizando colores negro, rojo, violeta y otras tierras. Algunos dibujos tienen grabada la silueta y aprovechan las superficie irregular de la cueva para dar impresiones de volumen.


Continuamos el viaje por el interior de Asturias, hacia los impresionantes Picos de Europa, y algunos lugares imprescindibles del arte prerrománico asturiano, antes de regresar a Oviedo, como parada final de un magnífico viaje, antes de nuestra vuelta al tórrido verano de Madrid.


lunes, 29 de junio de 2015

Una visita a Las Médulas

Bajo un sol de justicia y acosados por la oleada de calor sahariano que ha invadido la península, llegamos al sitio de las Médulas al caer las cuatro de la tarde, procedentes de Ponferrada, la capital del Bierzo leonés. Poco tardamos en darnos cuenta que íbamos a ser los únicos visitantes del día, pero hicimos un recorrido muy entretenido, acompañados por Isabel, una simpática guía del centro. Por el calor del día, hicimos el 'sendero corto', a la sombra de unos imponentes castaños en flor, mientras Isabel nos contaba historias y detalles sobre lo que se conoce, y sobre lo que se supone del lugar. Al término de la visita, subimos en coche hasta el mirador de Orellán, desde donde pudimos contemplar una excepcional vista, antes de la puesta de sol (boceto de abajo).


Las Médulas deben su apariencia al resultado de la que se considera la mayor explotación minera romana de oro a cielo abierto, que se puso en marcha en tiempos de Octavio Augusto y se mantuvo activa durante unos doscientos cincuenta años. Se ha calculado que llegó a producir 5.000 toneladas de oro, después de remover 500 millones de m3 de montaña. Se sabe que los romanos utilizaron el procedimiento de 'ruina montium', o de derrumbamientos parciales, provocados por el empuje hidráulico a través de un sistema de galerías excavadas previamente en la montaña. Las aguas eran traídas desde bien lejos, por una impresionante red de unos 300 kilómetros de canales...


A la caída del sol, después de una ligera y sabrosa cena, paseamos por el pequeño pueblo de las Médulas, que virtualmente se ubica al borde del sitio minero y permite ver los farallones de la mina desde cualquier esquina, como desde este punto frente a la pequeña iglesia (arriba), o desde el exterior de nuestro hotel rural Agoga (abajo).


En este viaje voy a probar un nuevo conjunto de rotuladores y pinceles de tinta no soluble en agua. El color de las tintas es muy intenso y, para dar luminosidad, hay que hacer rayados y dejar grandes espacios sin tocar, de forma que el dibujo pueda respirar. A veces daré algún toque con ceras acuarelables, sobre todo en el cielo. Veremos los resultados.

sábado, 20 de junio de 2015

Todos mis cuadernos de Dibujamadrid 2015

1. Abriendo boca en las Descalzas, y una panorámica del bullicio de la Puerta del Sol.

2. Bocetos de las 10 puertas de la Plaza Mayor, en menos tiempo de lo que dura un partido de fútbol.

3. Panorámica del norte de Madrid desde la terraza del Círculo de Bellas Artes.

4. Panorámica 360º en la Plaza de Oriente, desde la esquina de la calle de Carlos III.

5. Notas de una visita guiada por el Palacio Real, uno de los mejores museos de Madrid.

6. Escenas de batalla inspiradas en la Armería del Palacio Real.

7. Sol y sombra de la Carrera de San Francisco, desde la esquina de la calle Tabernillas. 

8. Diez dibujantes en las Vistillas, frente a la catedral de La Almudena.