sábado, 20 de diciembre de 2014

Un skyline poco conocido de Madrid, desde el Cerro del Tío Pío

Es la primera vez que me acerco al mirador de la zona alta del Cerro del Tío Pío, en el madrileño barrio de Vallecas. La vista es espectacular, con la sierra de Guadarrama al fondo, alcanzamos a ver desde más allá de Chamartín al norte, hasta más allá del Cerro de los Ángeles al sur. El punto de observación está en un parque creado artificialmente sobre unas antiguas escombreras, que también se conoce más popularmente como 'el de las siete tetas'. Abajo, una vista del parque y de la zona norte de la ciudad, desde Chamartín hasta la torre de Valencia.



Hemos estado dibujando por la mañana, acompañando a Inma Serrano, que ha venido a hacer un boceto y preparar su contribución en el evento de este domingo en el Museo ABC, donde cuatro ilustradores van a dibujar simultáneamente un skyline de Madrid, desde los cuatro puntos cardinales. Inma debe hacer la perspectiva desde el este. Desde un lugar cercano, en la torre del Museo de Bomberos, el pintor Antonio López captó una conocida panorámica de Madrid... Según dicen, las vistas al atardecer son aún más impresionantes, pero ya volveré otro día, más adelante.

martes, 2 de diciembre de 2014

¡Vaya costalazo en la Pedriza!

El pequeño parking de Quebrantahuesos ya estaba prácticamente lleno a las diez de la mañana. Al llegar el grupo de la FMM, nos hemos puesto camino arriba por la senda PR16, que se dirige hacia la Maliciosa. Como suele ser habitual, al cabo de un rato les he dejado continuar y me he quedado solo, a la búsqueda de un lugar para el dibujo, que he encontrado en un saliente rocoso al lado de la senda. Desde allí se divisa toda la Pedriza desde su lado occidental. Es mediodía y el sol marca las sombras con rigor. Después de hacer un pequeño boceto, he disfrutado del paisaje tomando mi pequeño picnic... La bajada me ha impresionado aún más que la subida, porque en el borde del camino abundan los roquedales inesperados, que toman vida formando y deshaciendo figuras y relieves misteriosos a mi paso...













Una mañana genial casi acaba como el rosario de la aurora, porque cuando divisaba el aparcamiento, he tropezado involuntariamente, dando de bruces con mis huesos en el suelo, como no hubiese podido hacer ni el mismísimo don Quijote. No he podido soltar los bastones, bien sujetos por las muñecas, y la bolsa de los materiales de dibujo se me ha inclinado hacia un costado presionando en las costillas como si fuese a clavarse. ¡Qué dolor!. Afortunadamente, no hay rastros rotura; solo unas pequeñas ampollas en las palmas de las manos, llenas de sangre, que desaparecerá en unas pocas semanas. ¡Otro día que me caigo en la sierra!... Espero que sea la última.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Un rincón de la Aljafería, en el Arqueológico'

Las puertas del Museo Arqueológico Nacional (MAN) han abierto hace algunos meses, después de varios años de obras interminables; que, como suele suceder, nunca acaban gustando a todos. Para mi, la presentación de las historias y objetos han mejorado muy sensiblemente, dentro de que la obra disponible no puede rivalizar con la de otros museos emblemáticos internacionales. En mi primera sesión de dibujo en el museo no he tardado en darme cuenta que la tarea iba a ser compleja, porque no me atrae dibujar objetos aislados y las perspectivas no arquitectónicas son bastante anodinas. Al fin, he encontrado un asiento que me ha permitido acomodarme en medio de un espacio con recuerdos de la Aljafería de Zaragoza, frente a un magnífico friso procedente del Salón Dorado, con restos de policromía del siglo XI.













La primera perspectiva, simple, se ha ido complicando con otras transversales, hasta llegar a organizar un buen cruce de líneas. Objetos, leyendas y detalles se han ido superponiendo en capas, suspendidos del espacio, pero asociados por brillos y reflejos de focos y cristales. La escena es observada desde dentro por tres personajes transparentes, sacados de los numerosos visitantes que se han detenido brevemente delante de mi. Al cabo de un tiempo se ha acercado a mi un celador curioso, que ya había andado rondado alrededor mío. No se si ha podido entender el dibujo de un solo golpe de vista, pero se ha mostrado entusiasmado, porque -según él-, le recordaba a su padre, que siempre estaba dibujando en un cuaderno... Sin duda, el dibujo ayuda a tener la empatía de muchos encuentros ocasionales y curiosos.

martes, 18 de noviembre de 2014

Una escapada al Hayedo de Montejo

Esta semana nos hemos arriesgado a visitar, sin reserva previa, el Hayedo de Montejo de la Sierra, Llegué bien temprano, pero solo encontré pases para las tres y media, por lo que tuvimos que hacer una larga espera. Como en muchos días de otoño, ha hecho un día muy frío, pero soleado. Después de tomar un café, para entrar algo en calor, hemos paseado por el pequeño pueblo y hemos podido dibujar algunas escenas, como la pequeña parroquia de San Pedro, o la travesía de la Amargura. En 'El Hayedo', el único lugar abierto, nos han servido una sopa de cocido caliente y un par de huevos fritos con patatas y panceta. Al fin, las tres y media en punto, nos hemos encontrado con el resto del grupo a las puertas del bosque, para comenzar una detallada visita guiada de casi hora y media.



El hayedo es un pequeño bosque lleno de magia. Los hayedos son muy frecuentes en el norte, pero aquí se trata de una anomalía, que ha sobrevivido por casualidad; aunque su continuidad parece asegurada por el cuidado de los últimos cincuenta años. La senda transcurre junto al trepidante Jarama, que se mueve con rapidez entre el hayedo y un pinar de la vecina provincia de Guadalajara. Al principio, las hayas coexisten con los pinos y otras plantas, pero poco a poco las hayas han dominado al resto de plantas y se han quedado solas, cubriendo con su sombra grandes superficies de terreno, ahora cubiertas de hojarasca dorada. En esta hora cercana a la hora de la puesta de sol, las sombras van convirtiendo el bosque en una mancha impenetrable...


martes, 4 de noviembre de 2014

Sobre la pasarela de la sacramental de La Florida

Esta pasarela sobre las vías del tren es un balcón con vistas a una maravillosa encrucijada de Madrid, posiblemente muy poco conocida. Los trenes de cercanías pasan debajo de nosotros con regularidad hacia la estación próxima de Príncipe Pío, que se destaca delante de la silueta del Palacio Real. A nuestra derecha llegaríamos en un par de minutos a Mingo, o a la ermita de San Antonio. A la izquierda, podríamos ver una pequeña sacramental que conserva los restos de los héroes fusilados por los franceses el 3 de mayo de 1808. Más allá, nos esperan en la Escuela de Cerámica de la Moncloa, en donde Ale ha conseguido que nos dejen asistir tener una sesión de dibujo dentro de sus talleres.











Apenas puedo soportar el fuerte sol entornando los ojos, pero me atrae tanto la imagen que hago todo lo posible por soportarlo. Hace muchísimo frío y algunas ráfagas de aire que me hacen tomar precauciones para que el cuaderno no salga volando. Los trenes entran y salen de la estación con regularidad, tomándose un respiro al acercarse a la pasarela. Apenas se han cruzado con nosotros media docena de transeúntes; la mayoría con apariencia de tener prisa, aunque un par de ellos tienen suficiente tiempo como para observar cómo dibujamos, mientras se acompañan de un vaso de café.. Las paredes de la pasarela de la tapia del ferrocarril y los extremos de la pasarela están cubiertas de graffiti; y hay restos de un pequeño botellón.

martes, 28 de octubre de 2014

Tres estampas para un soleado día de otoño en Segovia.

Por segunda semana consecutiva nos acercamos a Segovia, al encuentro del otoño. La luz atraviesa el cielo y las copas de los árboles huérfanos de hojas, entornados de par en par...


En la explanada de la ermita de la Fuencisla, frente a la iglesia del Carmen, donde descansan los restos del poeta místico San Juan de la Cruz.

Junto al río Eresma, bajo la inmensa mole del Álcazar medieval.

A la vista de la Vera Cruz (1208), cerrada hoy martes. 

martes, 21 de octubre de 2014

En los jardines de la Granja, a la caza del octubre rojo.


El guarda que cuida de la puerta de la imponente verja que rodea los jardines me devolvió el saludo amablemente esta mañana, pero se inquietó cuando supo que venía a pintar y me avisó que necesitaba un permiso. ¿Un permiso?, le dije, 'pero si solo voy a dibujar un dibujo pequeño', mientras rebuscaba en mi mochila para enseñarle mi cuaderno. 'Ah, bueno, si es tan pequeño, no creo que haga falta permiso', me dijo haciendo un gesto de complicidad, y me dejo alejarme tranquilamente.

Estoy dibujando sentado, a la sombra, en la ‘calle larga’, un camino transversal a la subida a los estanques del parque. Me esfuerzo por enfocar mi vista en la estatua al final del camino, en la plaza de las fuentes de las ocho calles, pero no lo consigo. La luz atraviesa las copas de los árboles y se refleja con violencia cegadora en el suelo. El otoño ha empezado con pocas lluvias y temperaturas suaves. Los árboles caducos están confusos, sus hojas amarillas caen de forma constante, pero en algunos de ellos han salido nuevos brotes como si estuviesen esperando a la primavera. La sierra de Guadarrama parece un sutil decorado de terciopelo turquesa suspendido del cielo.

Los jardines de la Granja están muy solitarios esta mañana. Los escasos visitantes apenas se alejan de las inmediaciones del palacio; las fuentes están apagadas, los estanques silenciosos, los bancos vacíos, el aire frío y seco, los pájaros discretos y las moscas embobadas. Pasa junto a mi una pareja en edad de retiro que hablan en inglés con un acento posiblemente australiano, y se alejan por el camino rapidamente. ¿Qué se les habrá perdido por aquí?,... 



sábado, 18 de octubre de 2014

Un par de horas en la Plaza de la Virgen, en Valencia

A primera hora de la tarde he tenido mi mejor oportunidad para dibujar, en la Plaza de la Virgen, en el foro más antiguo de Valencia. Me he sentado en mi silla plegable, sólo, en medio de la plaza, donde desemboca la riada humana que llega por el 'carrer del Micalet'. La plaza forma un conjunto muy complejo y atractivo. A esta hora está cubierta de sombra, pero la luz del fondo resalta las siluetas con mucha fuerza. Voy trazando líneas rapidamente, consumiendo apenas un instante entre observar la escena y marcar detalles en mi cuaderno de viaje. Pasa gente sin parar. Algunos me miran curiosos, otros se acercan a ver que hago, pero la mayoría simplemente me ignoran, como si fuese invisible. A medio dibujo llega calle arriba el estruendo de una tamborrada, que nos inunda la plaza por un rato. Más tarde acuden los invitados a una boda en la vecina basílica de Nuestra Señora de los Desamparados... Cuando termino y me levanto, veo que el resto del grupo está dibujando a mi espalda desde las escalinatas de la basílica.


La idea de ir a dibujar a Valencia empezó hace poco más de un año, durante otra jornada de dibujo en Cuenca; pero estas cosas necesitan su tiempo. Esperanza ha sido una excelente anfitriona y nos ha orquestado una magnífica jornada, acompañada por un día casi primaveral. Por la mañana hemos pasado por el concurrido Mercat Central y por la Lonja de la Seda, donde hemos dedicado nuestros primeros minutos de dibujo bajo la penumbra de su interior. Luego nos ha sorprendido con una excelente comida de hermandad, al sabor de una estupenda paella 'al señoret', que hemos disfrutado enormemente en una terraza al aire libre... Nuestro tren sale tarde y hacemos tiempo tomando un helado entre despedidas.
¡Un día genial! ¡Gracias, Esperanza!

jueves, 16 de octubre de 2014

Skyline de Madrid, desde la terraza del GymAge, en la plaza de la Luna

Los jueves a las once empiezo mi clase de dibujo en el Museo ABC. Tomo el cercanías hasta Sol y voy dando un paseo por las callejuelas hasta llegar a mi destino en la calle de Amaniel. La mayoría de la zona pertenece al oficioso barrio de Malasaña, del distrito Centro de Madrid. Es un barrio en constante transformación y hay numerosos rincones que bien se merecen un boceto a lo largo de las próximas semanas. Esta mañana había quedado a dibujar en el edificio de los antiguos y clausurados cines Luna, en la plaza del mismo nombre. Es un edificio moderno con una estridente fachada acristalada en color café, que  se encuentra adosado a la iglesia de San Martín de Tours (1836) y que acoge en su interior un gimnasio de varias plantas.


Apenas han pasado las nueve y media de la mañana. Subimos hasta la azotea, para comprobar si está abierta la terraza al aire libre. El lugar está desierto y un par de empleados de limpieza nos confirman que el local está cerrado y se abre a las doce del mediodía. Desencantados, nos damos media vuelta para bajar, pero en el último momento decidimos arriesgarnos y pedirles si nos pueden dejar dibujar unos minutos en un extremo de la terraza, a lo que amablemente acceden ante nuestra sorpresa. La azotea nos descubre unas vistas poco conocidas, desde la torre de Madrid en la plaza de España, hasta las torres de Colón. Nos ubicamos junto al muro de agua de una pequeña piscina, y frente por frente a  la cúpula, el tejado y las torres de la contigua iglesia de San Martín. Al fondo, los edificios que rodean a la antigua central de Telefónica en la Gran Vía. El contraluz a esta hora es espectacular.

sábado, 11 de octubre de 2014

Llegan las tormentas de otoño

Acabamos de empezar la temporada de tormentas de otoño, esas que misteriosamente siempre arrecian para aguar los planes de fin de semana. Ha estado lloviendo toda la noche y me temía lo peor, pero los cielos han amanecido serenos, aunque divididos, dejando ver al sol ir y venir entre nubes y claros. Huele a tierra mojada, mientras algunos bancos de niebla se están levantando hacia la sierra, dejando paso a una franja de luz espectacular que parece brotar de la tierra. He conducido unos cuarenta minutos hasta el lugar de cita, en la antigua estación de Mataespesa-Alpedrete, un punto en el camino ferroviario hacia la sierra de Guadarrama. Creo que la original se construyó en 1888, nada menos que diez años antes de la olvidada guerra de Cuba que tanto angustió a nuestros abuelos.


Son las diez de la mañana y apenas hay cuatro viajeros esperando al próximo tren. La temperatura es fresca y tendremos que estar bien abrigados, pero creo que podremos dibujar sin sobresaltos de lluvia. Todo está cerrado a cal y canto: desde los aseos, a la cantina y la taquilla. Solo parece funcionar una de esas monstruosas máquinas expendedoras de billetes. Cruzamos de andén por un paso sobre las vías y nos sentamos a dibujar. La conversación fluye con ingenio y buen humor, mientras cada uno está absorto en su cuaderno. El lugar es bastante tranquilo, porque solo hay un tren cada hora, pero la mañana ha pasado volando. Me recuerda la imagen de esos documentales tomados con cámara fija, en la que los cielos y las cosas se mueven sin pausa dentro de un mismo escenario. Al final, rematamos con una buena cerveza y unas suaves anchoas de Santoña...

martes, 7 de octubre de 2014

La Hermana Mayor

He subido temprano hasta la venta Marcelino, a las puertas del parque de Peñalara. Me ha sorprendido que un martes haya tanta afluencia de visitantes, la mayoría de ellos peinando canas o cubriendo calvas. Se mueven en silencio, acompañando a sus toses; y un pequeño grupo conversa en voz alta. Les preocupa el caso de ébola que se acaba de hacer público en la comunidad de Madrid. No parecen estar muy interesados en el destino de la enferma contagiada, sino en que se depuren las responsabilidades por el contagio: es otra forma de expresar el miedo. Es simplemente un eco de lo que he venido oyendo en la radio del coche por el camino. Veremos cómo evoluciona todo en las próximas semanas.

Me pongo a hacer mi primer dibujo en los alrededores de la venta. El principio de la mañana era soleado, pero al poco se levanta una ligera niebla que ensombrece todo. Cuando termino me voy a tomar un café. Me ha venido bien coger todo el equipo de abrigo, pero después de llevar un rato sentado al aire libre me he quedado algo frío.

A las diez y media en punto llega la comitiva de la FMM. Después de los saludos, nos ponemos en camino en dirección al puerto de los Neveros. Mi segundo dibujo (a la izquierda), es en un paraje próximo a la laguna de Peñalara. Bajo hasta el arroyo para buscar una buena posición. Es un pequeño afluente del Lozoya, que se desliza torrentera abajo. Arriba, una imponente mole granítica a la que llaman ‘la Hermana Mayor’, situada a oriente de la laguna. Una mata de helechos a mi derecha muestra los primeros síntomas de la temporada de otoño. Desde aquí vamos a empezar a repintar las señales del sendero PR15, pero yo me quedo atrás haciendo un boceto del momento.  

martes, 16 de septiembre de 2014

La piscina abandonada

Con una buena dosis de ilusión, he iniciado formalmente la temporada de dibujo en la sierra de Guadarrama. El punto de reunión ha sido la estación de Camorritos, cercana a Cercedilla. Esta vez somos un grupo bastante numeroso, de hasta diez personas, pero subimos con rapidez por la empinada senda hasta la pradera de Navarrulaque. Allí nos separamos y me pongo a buscar escenas para mi caza de dibujos, mientras el resto del grupo se dirige a pintar las marcas hacia el puerto de la Fuenfría, por la antigua carretera republicana.

Esta época del año, desde finales de verano hasta mediados de otoño, es una temporada deliciosa en la sierra. El calor ha desaparecido, la lluvia es muy esporádica y una suave brisa imprime una agradable sensación de calma y bienestar. He dejado varias veces mi silla de caza para estirar un poco los músculos, y me he comido mi pequeño picnic. He podido terminar tres dibujos: uno de la llamada 'puerta de la Fuenfría'; otro del monumento al caminante, frente a la silueta de Siete Picos; y un tercero frente al puerto de la Fuenfría.

A las tres y media, sigo sin tener noticias del grupo y decido iniciar el viaje de regreso. No puedo hablar con ellos, porque los móviles no funcionan por aquí, pero les dejaré un mensaje en su furgoneta y ya veremos si nos da tiempo a tomar un café en Manzanares. Al bajar de nuevo a las fincas de Camorritos, me atrae la vista de un gran chalet, revestido en madera, posiblemente deshabitado. El entorno que me recuerda algunos paisajes de los bosques californianos. En el primer plano, veo una piscina inundada totalmente de arbustos que han prendido en su suelo de forma natural. Me sugiere la imagen del ocaso de una ilusión humana y de la inexorable capacidad de la naturaleza para hacer volver todo a sus orígenes. En el lugar reina el silencio.

martes, 19 de agosto de 2014

Unos días de verano en un pueblo serrano (Hoyocasero, Ávila)

Ávila es la tierra de mis padres y mis abuelos. Nuestro árbol genealógico familiar hunde sus raíces en la noche de los tiempos por estas latitudes y, aunque yo he pertenecido a la primera generación de descendientes no nacidos en nuestra tierra, me gusta acercarme algunos días al año a cargar pilas y disfrutar de los recuerdos de mi adolescencia, cuando pasaba los largos meses de verano en la casa de mis abuelos. La vida ha cambiado mucho desde entonces, porque la población permanente se ha reducido a una quinta parte, y porque las restauraciones masivas desde principios de siglo han trasformado las rústicas casas de labor en casas de veraneo, y por el abandono generalizado de los campos, aunque todavía pueden verse un buen número de vacas, caballos y ovejas en unos pocos rebaños pastando libremente. 

  
Ávila tiene numerosos vestigios de la cultura de los vetones, pueblos celtas que poblaron esta parte de la meseta en la época prerromana. Dicen que eran pueblos ganaderos y guerreros que vivieron en esta tierra durante un larguísimo periodo de tiempo, desde el final de la Edad de Bronce (1000 a.C.?) hasta la llegada de los romanos en el siglo II a.C. Arriba, a la izquierda, un altar rupestre vetón descubierto y catalogado para la arqueología en 2010, en el paraje de Hoyocasero conocido como el pradillo Mijares. Arriba, a la derecha, una pequeña covacha de pastores en una finca del lugar de La Data, con paredes y techo de piedra rústica sin labrar. Es también de origen desconocido, solitaria y casi escondida, ubicada en medio de un prado, y a la que nunca vi utilizar absolutamente para nada, que bien pudiera ser ejemplo de construcciones de esas épocas remotas.


Mis recuerdos me traen una imagen a mis nueve años, escuchando a mi abuelo materno recitar la monótona letanía en latín de un rosario vespertino, rezado a la débil luz de un candil de aceite, que alumbraba tenuemente la lenta oscuridad que descendía por la enorme campana de la chimenea de su gran cocina solariega. En ese tiempo la religión se vivía con intensidad en el campo castellano. 
Arriba, la portada de la ermita del Cristo de Todos los Santos, situada a dos kilómetros del pueblo de Hoyocasero, lugar de singular devoción secular para campesinos y pastores. La tradición dice que esta fue la iglesia de un pueblo que desapareció en tiempos remotos. Muchas son las cosas que se dicen sobre esta repentina desaparición, pero la primera que me viene a la memoria es que todos los vecinos del paraje de Navamuñoz perecieron en un banquete de bodas a causa de un veneno de serpiente mezclado en la leche. Verosímil, o no, lo cierto es que el lugar es remoto y en sus alrededores se han descubierto en varias ocasiones enterramientos sin clasificar. Una vez leí en un libro de colecturías de la parroquia, del siglo XVIII, que la festividad anual y la procesión al Cristo fue suspendida temporalmente por tener unas connotaciones no demasiado cristianas, pero la curia hubo de permitir de nuevo este culto al cabo de unos años, porque la fe de sus habitantes había decaído enormemente. El texto se refiere a ‘una ermita de origen muy remoto’. 


A escasos cien metros de la ermita, existen unos roquedales de granito en una pequeña nava en el que hay talladas unas pilas, que siempre hemos conocido vulgarmente como 'las tumbas romanas' (arriba). Probablemente no sean tumbas, y menos romanas, pero su razón de ser es un enigma, al que posiblemente nadie va a dedicar tiempo en descifrar.


En nuestra agenda de viaje nunca falta una subida hasta el pueblo Hoyos del Espino, por breve que sea. Aquí está la puerta para la popular subida hasta la Laguna Grande y el circo de Gredos. Esta vez no hemos subido a la laguna y nos conformamos con un relajado paseo por la ribera del Tormes (arriba), que acoge un caudal exiguo en esta época del año, pero capaz de inundar de frescor los pinares que acompañan su cauce. Hemos venido tantas veces, y en toda época del año, que el río parece un riachuelo de nuestro jardín.


Este año he subido por primera vez al pico del Torozo (2021m), el más alto de los 'Riscos de Villarejo' (arriba). Me ha acompañado mi hijo Víctor. Hemos madrugado y a media mañana ya nos encontrábamos en la cumbre. La ascensión desde el alto del Puerto el Pico es agradable y sencilla por la cara norte, aunque la cara sur tiene una dificultad considerable y no es apta para aficionados caminantes como nosotros. Al fondo, al poniente, las estribaciones que acaban con el macizo del circo de la laguna de Gredos, presididos por el Almanzor. Abajo, a mediodía, 'las cinco villas': con sus royos medievales, unidas por una deliciosa caminata de diecisiete kilómetros que habíamos llevado a cabo un par de días antes… Oculto por los riscos, casi a nuestros pies, la antigua calzada romana (siglo II a.C.) desciende de la altiplanicie abulense hasta el encantador pueblo de las Cuevas del Valle, por un paso tradicional para los rebaños trashumantes...

sábado, 26 de julio de 2014

Los barcos están varados en la ría del Nervión

No recuerdo con precisión, pero es probable que no haya paseado por Bilbao en los últimos veinticinco años, o más. Mis visitas siempre fueron breves, concretas y esporádicas. Hacia ya tiempo que había transcurrido 'la transición democrática', pero el lugar permanecía inhóspito. Eran los tiempos en los que los despojos industriales de la ribera daban a la ciudad un aspecto lúgubre, abandonado y desolador. Los tiempos de las mediocres carreteras atestadas de un tráfico arriesgado e infernal. Los tiempos en los que se hacía el silencio cuando entrabas en una taberna y la tensión se podía masticar bajo un cielo plomizo y un sucio chirimiri.


El tiempo no ha pasado en balde por Bilbao, como en el resto del país. Las obsoletas y desgarradoras estructuras industriales se han transformado en modernos complejos arquitectónicos, que me recuerdan barcos fantásticos varados a lo largo de la ría, desde el Mercado de la Ribera al Palacio Euskalduna, bajo la atenta vigilancia de la torre elegante y cristalina de Iberdrola. Es nuestra última mañana de viaje y hemos salido a dar un paseo por los jardines Abandoibarra antes de iniciar el regreso. Busqué un lugar encima del puente dedicado a Pedro Arrupe, frente a la espectacular silueta del buque insignia del Guggenheim, y me puse a dibujar. Una suave música de fondo llega hasta mis oídos desde el propio museo. El cielo está gris, pero hay síntomas de que mejorará a lo largo de la mañana. Bajo el puente pasa en estos momentos un pequeño barco con turistas.

viernes, 25 de julio de 2014

A la llamada de la campana de San Juan

La imagen del peñón situado en la península de Gaztlugatze, en la localidad vizcaína de Bermeo, resulta dramáticamente espectacular al atardecer. Su silueta queda recortada por el contraluz del sol, ocultando sus abruptas laderas y dejando filtrar dos pequeños torrentes de luz por un par de arcos naturales en sus acantilados del extremo oriental.

El acceso a la cima del peñón no es menos espectacular, porque hay que recorrer unos dos mil quinientos metros por un estrecho camino, que desciende por la ladera de la costa hasta el puente de piedra que une la península a tierra firme y asciende por doscientos cuarenta y un escalones de un penitente viacrucis hasta la ermita y el refugio. Dice la tradición que hay que tocar tres veces la campaña al llegar a la ermita, para pedir buenos deseos y para alejar a los malos espíritus.

La ermita de Gaztelugatze está dedicada a San Juan desde el remoto siglo X, según parece que consta en un documento de donación de don Iñigo López, señor de Vizcaya por aquellos tiempos. En estos últimos mil años, el lugar ha debido ser testigo de un buen número de historias y sucesos, de realidades e invenciones, de devastaciones y reconstrucciones. Dicen también que la devoción de los marineros a esta ermita es tan alta, que a menudo hacen virajes en su honor cuando salen de puerto, con la esperanza de disfrutar de buenas faenas de pesca o de buenas travesías.

Muchos deben ser los peregrinos que han subido esta tarde, porque la campana no ha dejado de tañer a lo largo de todo nuestro camino de ida y vuelta, como una llamada protectora en medio la niebla.

El mensaje de Ibarrola, en los pinos de Oma

El día amaneció gris después de una noche de lluvia, pero a última hora de la mañana pudimos retomar el plan previsto. Nos dirigimos a nuestro primer punto de parada dentro de la reserva natural de Urdaibai. Vamos a visitar el bosque animado de Oma, una obra al aire libre creada por el artista vasco Agustín Ibarrola a mediados de los ochenta. Debemos dejar el coche en el aparcamiento del merendero Lezika y hay que continuar a pie, unos cincuenta minutos a buen paso. El camino es empinado en muchos trechos, pero se agradece la sombra en una tarde soleada como la de hoy. Por fin llegamos al paraje animado, en el que podemos aflojar la marcha y disfrutar de hasta cuarenta y siete puntos de observación diferentes. Desde cada uno de ellos pueden contemplarse composiciones artísticas bien distintas en varios niveles de profundidad, ya sean coloridas e impactantes figuras geométricas, esbozos de enigmáticas siluetas humanas escapando entre los árboles, algunos animales, o múltiples ojos escrutadores y vigilantes.


Las pinturas han sido restauradas casi en su totalidad, y probablemente han recobrado al menos buena parte de su esplendor original. Arriba, a la izquierda, un par de árboles con estratos de color que representan una fractura en algunas capas iniciales (blanco y verde). Los estratos vuelven a coincidir hacia el centro, donde la tensión aumenta del amarillo al rojo, quizás de sangre. Al final, los estratos vuelven a ser similares, pero los árboles se van separando en su camino hacia el cielo. Arriba, a la derecha, los árboles nos observan con sus ojos vigilantes en todas direcciones, desde posiciones y escenarios bien distintos.
Nunca conocí a Ibarrola, pero supongo que es inevitable que nos haya dejado mensajes que fueron muy sensibles en la época en la que estuvo viviendo por estos lugares. Quizás hoy en día el autor no hubiese debido abandonar el País Vasco, pero ahí queda su mensaje en las cortezas de los árboles. ¿Hasta cuando?: hasta que la naturaleza y el gobierno vasco quieran... Regresamos a Lezika por el magnífico camino del valle, que atraviesa el diminuto lugar de Oma, donde en tiempos vivió Ibarrola. En nuestro caminar hemos dejado atrás un puñado de caseríos: cuidados, silenciosos y aislados. ¿Quienes serán sus dueños?...

martes, 22 de julio de 2014

Usategieta, en un rincón de Oyarzun

Pasamos dos noches en el encantador hotel rural de Usategieta, ubicado en un antiguo caserío, en medio de una enorme finca, en Oyarzun, a medio camino entre Fuenterrabía y San Sebastián. El camino de acceso al hotel es bien angosto, con el ancho justo para un solo coche, contribuyendo a generar adrenalina y facilitar una puesta en escena espectacular. Llegamos a primera hora de la tarde, cuando el sol ya se desliza en caída libre por entre la nubes y la húmeda hierba de sus praderas brilla como el oro. Cerca de la casa hay unos exuberantes tallos de hortensias de color rosa pálido, realmente son unas matas monumentales. Ha llovido hasta hace bien poco y el agua puede recogerse simplemente pasando suavemente la mano por encima de las plantas. Una solitaria pareja de huéspedes juega al badminton en medio de la pradera, junto a una pequeña plantación de árboles frutales. El hotel y su entorno es silencioso, ayudando a crear una sensación muy apacible. Los montes que nos rodean se difuminan detrás de caprichosas nubes bajas que se crean y desaparecen con visible rapidez.


La recepcionista que nos atiende es amable y atenta, siempre interesada por saber si todo está en orden y por ofrecernos su ayuda para que podamos disfrutar de nuestras visitas en Guipuzcoa. Han bautizado las habitaciones con nombres de montes de la tierra. Nos alojamos en la número seis: 'Aritzulegi'. La cena se sirve desde bien temprano, desde las ocho y media, excepto los lunes. El postre de yogur con helado de fresa fue sencillamente delicioso.

domingo, 20 de julio de 2014

La portada de San Román de Cirauqui

De improviso, Matilde y yo hemos decidido tomar unas necesarias vacaciones y subir hacia el norte. Ninguno de los dos conocía San Sebastián, ni el nuevo Bilbao del Guggenheim, ni hemos dedicado nunca nuestro tiempo de viajes a recorrer el País Vasco. Ahora, con la situación aparentemente más normalizada, nos ha parecido un buen destino. Además, podríamos pasar por Pamplona a visitar de nuevo a nuestro amigos, Alfonso y Carmen. Conocí a Alfonso y a Carmen, su mujer, allá por 1978, cuando ambos coincidimos trabajando temporalmente en San José de Costa Rica. De eso hace ya muchísimo tiempo, pero aunque nos hemos visto en contadas ocasiones, las buenas amistades siempre permanecen. La última vez que les habíamos visto fue hace unos diez años, cuando subimos a Pamplona con Víctor y tuvimos la oportunidad de visitar su entrañable y especial casa de Cirauqui, esa que habían ido reconstruyendo con sus propias manos y mucho esfuerzo, a partir de la cochiquera de una solariega casa familiar.


Matilde me ha animado a hacerles uno de esos dibujos a plumilla, que a mi tanto me gustan. Me ha parecido una idea estupenda. Después de revisar un montón de fotografías de nuestra estancia en Costa Rica, de mis dos escapadas a San Fermín a principios de los ochenta, o de nuestro último viaje con Víctor, nada de eso me ha parecido suficientemente interesante. Finalmente, he decidido hacer un dibujo sobre la portada de San Román de Cirauqui, iglesia que visitamos solo durante unos pocos minutos en nuestra estancia anterior. La iglesia es una sólida construcción, de apariencia casi militar, edificada hacia 1200, que sufrió numerosas ampliaciones y reformas en los siglos XVI y XVII. Afortunadamente, a través de todas ellas parece haberse conservado intacta su monumental portada románica de la fachada sur, formada por un gran arco apuntado que se abocina con una impresionante secuencia de ocho arquivoltas decoradas. El arco interior está festoneado por once anillos de herradura de influjo musulmán. En el dibujo he buscado aislar la portada del resto del edificio, excepto los accesos al recinto exterior, para dar profundidad al conjunto. La puerta abierta en la portada ayuda a dar una impresión de profundidad al espectador.

sábado, 12 de julio de 2014

A la sombra, en los Jardines del Campo del Moro

Hoy nos hemos congregado cerca de cuarenta dibujantes en los jardines del Campo del Moro, con motivo de la 44º Worldwide Sketchcrawl, un evento trimestral que se celebra simultáneamente en muchas ciudades del mundo, uniendo las aficiones de miles de dibujantes. Habíamos elegido este lugar porque el calor va batiendo Madrid en estos días de verano y un frondoso jardín es una garantía para disfrutar de sombras agradables y múltiples rincones para dibujar. Los jardines, tal y como les conocemos, datan del siglo XIX y se dice que su nombre proviene de un caudillo musulmán, Alí Ben Yusuf, que acampó sus tropas por estos parajes, en el cortado entre el río y el antiguo alcázar, cuando a la muerte del rey Alfonso VI, en 1109, intentó reconquistar la plaza de Madrid de manos de los cristianos.


Quizás me falle la memoria, pero no recuerdo haber cruzado nunca la puerta de acceso a este parque, hasta el día de hoy. ¿Por qué? No sabría explicarlo. Quizás porque estuvo cerrado al público muchos años. Quizás porque desde detrás de la verja puede apreciarse perfectamente el paseo adornado con fuentes que atraviesa el parque desde su entrada, en el valle del río Manzanares, hasta la fachada del palacio. Quizás porque estos jardines siempre me habían parecido una mancha agradable en el paisaje, pero a la vez un lugar solitario, privado e inaccesible...
Afortunadamente, hoy he podido disfrutar enormemente de este desconocido entorno madrileño. Un lugar poco concurrido y sorprendentemente silencioso. Arriba, los bocetos de un par de construcciones decorativas del siglo XIX: el Chalet de Corcho (izquierda) y la Casita de la Reina (derecha), de estilo tirolés. En sus inmediaciones se mueven confiados algunos pavos reales en plena libertad y uno de ellos se ha acercado a mi lado mientras dibujaba.

jueves, 10 de julio de 2014

Hasta el Collado Miradero, en la Pedriza

Ayer subí por primera vez al Collado Miradero, en la Pedriza. Era el punto donde mis amigos de la Federación de Montaña tenían previsto iniciar sus trabajos de marcación de un sendero transversal. Pasadas las nueve de la mañana, iniciamos la ascensión por el sendero PR-M2 desde el aparcamiento de Canto Cochino. Su plan era llegar al collado en dos horas, pero al cumplirse la primera hora de camino les comuniqué que no podía seguir su ritmo y sería mejor que siguieran sin mi. En los últimos dos meses no he pasado por el gimnasio a causa de unas molestias musculares y, aunque ya han desaparecido, tengo una evidente falta de forma. Además, al fin y al cabo, ellos tenían una misión diferente a la mía para el día... Descansé un cuarto de hora, que aproveché para tomar algo de alimento y bebida antes de ponerme de nuevo en marcha, ya sólo.  Seguir las marcas del camino es un experiencia, que aunque ralentiza la marcha, da confianza en la soledad de un camino desconocido. Afortunadamente, el sendero transcurre la mayoría del tiempo entre la sombra de los pinos. Así las cosas, llegué a la cumbre cerca de las doce. Pensaba encontrar el rastro de mis amigos, pero se había perdido por completo y, de hecho, como no hay cobertura de móviles, no volví a saber de ellos hasta que nos encontramos de nuevo a las siete de la tarde, de vuelta al punto de partida.


Desde el collado se aprecia un paisaje realmente espectacular mirando hacia el fondo del valle. Los canchales de la Pedriza dominan las cumbres, coronadas por un circo de picos con caprichosas fracturas, y mágicas formaciones graníticas emergiendo por todas partes. Busqué una sombra y me senté a hacer mi primer dibujo ante las impresionantes moles de las Torres (arriba a la izquierda). Sentí frío y me puse un chubasquero encima. Volví a comer. Me pareció oír voces al otro lado del collado y silbé para hacerme notar. No hubo respuesta, y me acerqué en la dirección de los rumores, pero no vi a nadie. Regresé a la vista del valle y prepare un segundo boceto (no incluido aquí). En ese momento decidí que lo mejor era iniciar el camino de regreso, para tener tiempo suficiente para dibujar en el camino de vuelta (a la derecha) y resolver cualquier problema que me plantease la bajada. Eran las tres. Les dejé un mensaje escrito en una pequeña piedra junto a la primera marca del sendero y me puse en marcha. Se me ocurrió que sería curioso ir contando las marcas del sendero, algo que me ayudó mucho a mantener la concentración, y me dio tiempo a contar hasta doscientas veinte marcas antes de llegar de nuevo a los coches a eso de las cinco y media. Después, esperé el regreso de mis amigos retocando los dibujos en el merendero del aparcamiento y, hacia las siete, nos tomamos juntos una cerveza, mientras compartí con ellos los dibujos del día.

sábado, 21 de junio de 2014

'No dejes que la realidad te estropee un buen dibujo' (Lluisot)

Lluisot habló tanto ayer que esta mañana ha llegado afónico y todo el día ha estado persiguiendo botellas de agua, o incluso un tarro de miel para recuperar la voz. Su esfuerzo ha resultado infructuoso y todo ha ido de mal en peor, a pesar de su inagotable energía para repartir sugerencias y motivaciones a diestro y siniestro. Me ha quedado bien grabada su frase favorita: 'no dejes que la realidad te estropee un buen dibujo'. Ha llegado el primero al punto de reunión en la castiza plaza de Tirso de Molina, frente a un par de quioscos de venta de flores de temporada. A medida que el grupo ha ido llegando nos hemos ido posicionando a su alrededor a la sombra y a la brisa de árboles casi centenarios.
  













Mientras dibujo me dan vueltas en la cabeza las imágenes de las colas ante el Comedor Ave María, de la vecina calle del Doctor Cortezo. Cada vez se habla menos de las secuelas de la crisis, porque todos queremos dejarla atrás cuanto antes, pero sigue viva para muchos... A pocos pasos de nosotros se oyen las voces de unos borrachines residentes de la plaza que se cuentan historias incoherentes. La plaza es una encrucijada muy concurrida a estas horas. Algunos vienen a sentarse en los bancos de piedra, o a pasear a los perros, o a fisgar lo que estamos haciendo. Otros pasan fugazmente ante nosotros en todas direcciones, con prisa y determinación por llegar al extremo opuesto de donde vienen. 

sábado, 14 de junio de 2014

Frente a La Corrala de Mesón de Paredes

La tropa del grupo de Dibujamadrid (ABC) nos ha llevado esta mañana por el barrio de Lavapiés. Hace muchísimo tiempo que no paseo por estas calles, tanto que ni siquiera recuerdo haberlo visto antes. Me ha llamado la atención la Corrala de la calle Mesón de Paredes, enfrentada a la pared oriental de la biblioteca de las antiguas Escuelas Pías. En este barrio, el porcentaje de población extranjera duplica la media del resto de barrios de Madrid y hay mapas que ubican algunos grupos de forma bien diferenciada, ya sean indios, magrebíes, chinos o sudamericanos. Como nos dice Enrique Flores, nuestro ilustrador anfitrión y residente en el barrio, la gente es muy amable y no dirán nada si nos ven dibujar, siempre que no nos pongamos a dibujar 'camellos'.



Busco una sombra en el parquecillo adoquinado que ocupa el espacio enfrentado a La Corrala. Estoy próximo a la hilera de asientos de piedra que bordean el solar, pero uso mi silla plegable de campaña, porque por el lugar abundan los restos de una noche de jarana vecinal. Frente a mi está Alejandro, que aguanta poco tiempo bajo el sol y se mueve al cabo de unos minutos a otro lugar más protegido. A mi derecha oigo una discusión en otro idioma, quizás árabe, intercalado con algunas interjecciones en castellano. Nunca se saben si discuten o si están a buenas. Parece que están a buenas, y se separan cada uno por su lado. Uno de ellos, con turbante oriental, pasa frente a mi llevando una desvencijada bicicleta en cuyo cuadro ha amarrado una pequeña tabla pintada con un paisaje. Al poco llega un camión cisterna del ayuntamiento a retirar la basura y fumigar el suelo con agua no-potable a presión. La Corrala está silenciosa, solo una joven bien arreglada, con cabellos de azabache y una blusa verde esmeralda ha torcido por el corredor del tercer piso hacia adentro...

Una comida singular en el solar de 'Ésta es una Plaza'

ABC ha tenido una buena idea para que haya un punto de relación social a la hora de la comida. Para ello, ha propiciado que nos apuntásemos a comer en un lugar especial, en el solar denominado 'Ésta es una Plaza', situado en la calle Dr. Fourquet, 24. Bajo un sol de justicia hemos guardado unos minutos de cola mientras nos servían bajo una sutil y casi inexistente carpa el menú encargado a 7€: ensalada con salsa de manzana, hamburguesa de calabacín con salsa de yogur y un bizcocho de zanahoria. La bebida va por cuenta propia y, al final, la recogida de basuras también es por cuenta propia.



























Al terminar el refrigerio, mientras la mayoría se ha dispersado a la búsqueda de cafés de sobremesa, yo me he quedado a dibujar el lugar,bajo la refrescante sombra de una arboleda. El solar está presidido por un mural de un escudo de Madrid en la medianera pared occidental, pintada en granate oscuro, en el que se ve a un operario cortando el madroño del escudo con una sierra. El muro de la pared meridional hace fachada a la calle Dr. Fourquet, del que la protege un lienzo de arbolado. Junto al muro hay espacios como el horno de alfarería, una gran mesa y asientos para descansar o comer; y una variedad de objetos de uso incomprensible observados por los graffi en las cuatro paredes. El skyline de las paredes norte y oriental es anárquico. En el interior del recinto hay rectángulos de zonas de cultivo, de las que no puedo dar noticia por mi falta de conocimiento. Por todas partes, carteles recordando que el lugar no tiene servicio de limpieza y tienes que llevarte lo que traigas...

sábado, 7 de junio de 2014

Segunda jornada por el Barrio de las Letras

Hoy hemos tenido otra nueva y larga sesión de bocetos con el grupo del Museo ABC (Dibujamadrid), por el Barrio de Las Letras. Nos han acompañado en este viaje dos magníficos ilustradores: Jacobo Pérez Enciso, que me ha inspirado a usar café en las aguadas de los bocetos; y Miguel Gallardo, el autor de 'María y Yo', una entrañable historia en dibujos sobre el lenguaje de comunicación gráfica entre Miguel y María, su hija autista, que no sabe ni leer ni escribir.

A mediodía hemos buscado refugio en una tasca leonesa tradicional. En medio de una amena conversación, siempre sobre dibujos, hemos podido observar los magníficos cuadernos de anécdotas y recuerdos cotidianos personales que llevan consigo Felipe y Eugenio. Desafortunadamente, mientras que ellos se ponían 'las botas' comiendo, yo me he dedicado a hacer un boceto, porque tengo que cuidarme especialmente esta semana y no he probado bocado. ¡Otra vez será!...

Ha sido un día fructífero y he completado diez dibujos: desde el interior del legendario hotel Palace, a la plaza de las Cortes, frente al Congreso; el Teatro Español, la taberna de 'la Tía Cebolla', en la encrucijada de Espoz y Mina y algunos más en el Caixa Forum y por las callejuelas transversales, entre los enseres del 'Mercado de las Ranas', un evento mensual que congrega a una buena parte de los comerciantes de la zona que salen literalmente a vender a la calle.

domingo, 1 de junio de 2014

Una jornada por el Barrio de Lope

Hoy sábado hemos iniciado el programa Dibujamadrid 2014, patrocinado por el Museo ABC del Dibujo y la Ilustración. Esta primera jornada hemos pateado el Barrio de las Letras, lugar clásico de Madrid, por donde flotan las nostalgias de las letras castellanas desde el Siglo de Oro. Hemos visitado el jardincillo de la Casa-Museo de Lope de Vega, en la calle de Cervantes. A pocos pasos se encuentra una placa que recuerda el lugar en el que estuvo ubicada la casa de Francisco de Quevedo, que antes fuera la vivienda de su irreconciliable enemigo Luís de Góngora. Frente a este lugar se encuentra el monasterio de clausura de las Trinitarias, construido en 1609, donde se encuentra enterrado Miguel de Cervantos en algún lugar desconocido.


A la izquierda, un boceto rápido de la parroquia de San Sebastián, en la fue enterrado Lope de Vega en 1635 y se encuentran registrados una enorme lista de bautizos, casamientos y defunciones de hombres famosos de las letras, las artes y la política española que en ningún otro lugar.

Bautizados:
Los escritores Ramón de la Cruz (1731), Leandro Fdez de Moratín (1760), Patricio de la Escosura (1807); el misionero Jerónimo María Usera y Alarcón (!810), el compositor Francisco Asenjo Barbieri, el político José Isidro Osorio y Silva-Bazán (1825), el pintor Luis de Madrazo (1825); los premio Nobel de Literatura José de Echegaray (1832) y Jacinto Benavente (1866); y el pintor y cocinero Agustín Lhardy Garrigues (1847).

Matrimonios:
El poeta y narrador romántico Gustavo Adolfo Bécquer, el actor de teatro Julián Romea, el varias veces presidente de consejo de ministros Práxedes Mateo Sagasta, el actor Emilio Thuillier y el escritor, político y perodista Mariano José de Larra

Difuntos:
Los escritores del Siglo de Oro Miguel de Cervantes (1616), Lope de Vega (1635), Juan Ruiz de Alarcón (1639); y Antonio de Pereda (1678); el pintor barroco Juan Vicente Ribera ((1736), el arquitecto Ventura Rodríguez (1788), el dramaturgo Ramón de la Cruz (1794), el que fuera virrey del Río de la Plata, Nicolás del Campo (1803), el arquitecto Juan de Villanueva (1811) y el escritor romántico José de Espronceda (1842).

¡Va por usted, San Sebastián!

sábado, 24 de mayo de 2014

Encuentros con el Sol

Hoy, sábado, había pensado dedicar mis dibujos a los artistas que ha congregado Carlos, en plena faena de elaborar sus obras efímeras alrededor del piorno en flor en al casco urbano de Hoyocasero. He visitado sus puestos de trabajo esta mañana, he hablado con ellos durante un tiempo y me he convencido a mi mismo que es inútil tratar de capturar con un boceto a tinta esos procesos de creación anárquicos, que durarán todavía muchas horas. Creo que será mejor dedicarles una sesión fotográfica mañana, cuando ya hayan terminado.
























Así las cosas, he buscado mi propio punto de observación y lo he encontrado en la parte alta de la subida por el Carretero, en una soberbia encrucijada que siempre me ha atraído. Estamos a mitad de la mañana y el sol se refleja con fuerza en suelos y fachadas. Así viene sucediendo desde el principio de los tiempos y nada parece delatar que la mayoría de las casonas y corrales están desiertos...

viernes, 23 de mayo de 2014

'La Palabra Abre la Roca'

Avisado por mi primo Carlos, he subido este fin de semana a Hoyocasero. Carlos ha invitado a un grupo de siete artistas, bohemios como él, a adornar con sus obras efímeras algunas calles del pueblo, dentro de las actividades del Festival del Piorno en Flor que se lleva a cabo en esta época del año en los pueblos de la Zona Norte de Gredos. Se trata de una nueva y sana competencia de los pueblos de la zona, pugnando por realzar la belleza amarilla y verde de los piornos alberos en flor.
























Carlos es un bohemio escultor 'land art', creador y gestor del Centro de Arte y Naturaleza del Cerro Gallinero, ubicado en una hermosa cumbre que domina Hoyocasero y los pueblos circundantes. Esta tarde he subido al cerro y me he pasado dibujando unas tres horas. El dibujo de arriba está realizado en un lugar único, junto a la obra denominada 'La Palabra Abre la Roca?, en la que un arco con una palabra se curva separando dos partes de una mole de granito cortada por la naturaleza a la perfección. En la lejanía, las colinas en las que florecen los piornos en esta época de la primavera. En el horizonte, las impresionantes cumbres nevadas de Gredos.

sábado, 17 de mayo de 2014

Una jornada de pintura, junto al Monasterio de Sta María de El Paular

Estamos en primavera y apetece salir a pintar al campo. Los tres grupos de los Talleres de Pintura de la Casa de la Cultura de Tres Cantos, liderados por nuestro buen amigo Antonio Roca, hemos salido a pintar este sábado junto al Monasterio de El Paular. Cargando con todos los bártulos asociados a la pintura al óleo, con una mochila de provisiones y un buen sombrero, nos hemos apostado en varios lugares del paseo que discurre junto al arroyo, que luego será río, Lozoya. En esta época baja con bastante agua y discurre por un cauce flanqueado por arboledas y arbustos que son una delicia para la pintura, o para un simple paseo.












He estado pintando al óleo hasta la hora de la comida, que he rematado con unos sándwiches y un plátano, con refresco de té. La luz cambia muy deprisa y por la tarde ya es prácticamente imposible reconocer el paisaje del cuadro iniciado por la mañana... He cambiado el óleo por los cuadernos y he realizado un par de dibujos. Primero una conocida vista del monasterio desde el puente del Perdón -arriba- y un segundo junto al estanque del jardín finlandés, bajo los reflejos proyectados a través de la arboleda. Nos ha hecho un día espléndido y numerosos visitantes han estado cruzándose por los alrededores durante todo el día, como si se tratase de un anexo del parque del Retiro.

domingo, 11 de mayo de 2014

En la fiesta de los Mayos, junto a la iglesia de San Lorenzo

La quedada con el grupo de USk este domingo ha sido bastante inesperada. Alguien avisó que junto a la iglesia de San Lorenzo, en el madrileño barrio de Lavapiés, se celebrada desde hace algunos años la fiesta de los Mayos. En la encrucijada entre las calles del Salitre y del Dr. Piga, se han montado hasta siete altares con sus estrados y su trono, decorados con flores, ramas de arbustos olorosos y mantones de color burdeos. Y, en cada altar una reina, una adolescente bien engalanada.














Quizás lo más novedoso ha sido la comitiva de maduros acompañantes de cada reina, madres y padres, abuelos y abuelas, ataviados con hermosos y coloridos trajes goyescos, como sacados de un cuadro del pintor aragonés. A las doce todos han formado un coro en la puerta de la iglesia cantando al santo en gran armonía. Una banda de dulzaineros y tamborileros no ha parado de tocar bailes castellanos y algunas niñas ofrecían a los congregados rosquillas y pastas a cambio de un pequeño donativo...
¡Si no lo veo, no lo creo!

sábado, 19 de abril de 2014

La Soledad y el Cristo Yacente

Apenas ha pasado mediodía y se acrecientan los preparativos en la iglesia se San Ginés, ubicada en la madrileña calle de Arenal. He estado tomando algunos apuntes durante un par de horas. No se puede pasar al interior de la iglesia, porque el paso de la Virgen de la Soledad ocupa toda la entrada del templo, custodiada por dos jóvenes mujeres. Mientras dibujaba, han llegado un par de cuadrillas con instrumentos musicales, que han depositado en la sacristía antes de dispersarse a comer algo por los alrededores. El pequeño acceso está muy concurrido.

























A las cuatro en punto salen las dos procesiones, la Soledad desde la iglesia de San Ginés y el Cristo Yacente desde el monasterio de la Encarnación. Las comitivas se unen en la plaza de Ramales, donde representan una escena de encuentro de la virgen con su hijo, y continúan hacia la calle Mayor y la Puerta del Sol, antes de volver a sus lugares de origen. Nos esperan tres largas horas de músicas y baile de los pasos, acompañados por cofradías venidas de varios pueblos y barrios de la comunidad.

miércoles, 9 de abril de 2014

La Bola del Mundo y La Maliciosa, desde el pueblo de Navacerrada

Hoy ha tocado un sendero entre dos magníficos pueblos serranos: Navacerrada y Cercedilla. Ha sido una jornada larga hasta las siete de la tarde. El sendero coincide con el camino de Santiago durante un trecho hasta que se separa en Navacerrada. El pueblo está desierto a esta hora de la mañana. Me adelanto a dibujar unos bocetos hasta la parte alta, cerca del hotel Arcipreste de Hita, todavía cerrado en esta época del año. Desde allí, queda a un paso la Fonda Real, una parada habitual en el camino de subida a los puertos.













Fernando me ha llamado por teléfono. Van a quedarse a comer y continuar hasta Cercedilla. No era mi plan original, pero decido quedarme para traerles de vuelta hasta los coches. El último día me quedé con las ganas de dibujar en los alrededores de la estación y ha sido una buena oportunidad. Después de despedirnos de los dos voluntarios de turno, Fernando y yo nos hemos quedado a tomar un café en una terraza del pueblo de Navacerrada. Me cuenta que la FMM tiene previsto hacer algunas salidas con algún grupo de internos del Soto del Real. Es una gran novedad.

domingo, 9 de marzo de 2014

En el mirador de San Blas, en el Soto del Real

Por fin hemos tenido una mañana soleada de domingo y he podido aprovechar para acompañar a mis amigos de la federación, en su sacrificada labor de mantenimiento de los senderos de las sierras de Madrid. Desde el pueblo de Soto del Real, hemos tomado el sendero PRM-12 que conduce hasta la Alameda del Valle, al otro lado de la sierra.













Después de subir un buen rato por una vía agropecuaria, pasando junto a establos de esmerado cuidado de caballos y la singular finca Jacaranda para eventos en un idílico paisaje rural, hemos llegado hasta la breve ermita y mirador de San Blas. Arropados por el sol y rodeados de silencio, desde allí puede observarse a la izquierda el embalse de Santillana y al frente la Pedriza. Los árboles de hoja caduca, todavía sin floración, dejan entrever todo el paisaje a través de sus intrincadas mallas de ramas con líneas caprichosas casi imperceptibles.

sábado, 8 de marzo de 2014

Almendros en flor, en el parque de la Quinta de los Molinos

Advertidos por algunos de grupo de Urban Sketchers, esta mañana hemos ido Lile y yo a conocer el parque de la Quinta de los Molinos. En una mañana soleada como la de hoy, miles de visitantes hemos coincidido en nuestro deseo de conocer y disfrutar del parque, entre ellos los miembros de la asociación de acuarelistas de Madrid. La principal atracción del parque son los más de mil quinientos almendros que están floreciendo en estos días, pasando del rosa al blanco. Es una escena realmente espectacular.














La Quinta de los Molinos es un paraje de veinticinco hectáreas, considerado 'jardín histórico', que se encuentra al final de la calle de Alcalá, en el barrio madrileño de San Blas. Perteneció al conde de Torre Arias hasta 1920, año en el que lo regaló al arquitecto alicantino César Cort Botí, que era profesor en la Escuela de Arquitectura y fue el artífice de la construcción de un parque de tipo mediterráneo. Además de albergar un palacete y varias dependencias, hay fuentes, un pequeño lago y caminos que recorren las arboledas de toda la finca. Por un convenio del año 1980, las tres cuartas partes de la propiedad original fue adquirida por el Ayuntamiento de Madrid.

sábado, 1 de marzo de 2014

ArtHouse, en la Nave Neomudéjar de Atocha

Esta tarde nos hemos reunido unos cuantos a dibujar en la llamada Nave Neomudéjar. El reclamo era una exposición de un llamado arte de vanguardia, que ha resultado ser un homenaje a desesperaciones diversas, bien a tono con el estado de las dependencias abandonadas de unos antiguos talleres de Renfe: un escenario ideal para el rodaje de un drama bélico. Unos talleres sin ventanas, de techos altos y luces cenitales, un cementerio de angustiosos artilugios inútiles en dos niveles, de paredes desnudas y descarnadas, cubierto de polvo rancio y putrefacto; y una fría humedad que traspasaba los huesos al final del invierno. La exposición incluye una cinta sonora de ruidos de trenes y los lamentos de un bebé... 'R.I.P.'.. ¡Vaya contrapunto a la última salida!


lunes, 24 de febrero de 2014

Puertas abiertas de la Casa de Velázquez

Ayer (23F), nos citamos a dibujar en la jornada de puertas abiertas en la Casa de Velázquez. Este palacete, ubicado en una gran finca en las proximidades de la Ciudad Universitaria de Madrid, es un centro de creación artística e investigación dependiente del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación de Francia, fundado en Madrid en 1928. Dicen que su nombre proviene del hecho de que está ubicado en un paraje que Velázquez gustaba de visitar y desde donde pintaba las llanuras de monte bajo de los paisajes madrileños hasta las sierras de Madrid. Por fortuna, ayer pudimos disfrutar de una tarde con una luminosidad excepcional.


























Ayer fue mi primera visita al centro, junto a la que he pasado cientos de veces en mi vida, sin haberle prestado la más mínima atención. Aparte del magnífico palacete principal que acoge la biblioteca, la residencia y demás dependencias centrales, pudimos visitar todos los talleres de los artistas becados en este momento y disfrutar de su obra y ambiente de trabajo actual. Los talleres son pequeñas construcciones neoclásicas (hoy diríamos 'lofts'), que están ubicados en la parte inferior y más alejada del jardín. Cada edificio acoge a dos artistas de forma independiente. Son espacios luminosos de dos alturas, con un gran panel de ventanales en una de sus cuatro paredes. Tienen vistas a la sierra por poniente y a la majestuosidad del palacete por saliente. ¡Menudo idílico lugar para recogerse a la creación artística!.

domingo, 26 de enero de 2014

Una mañana en la Nave de Motores del Metro de Madrid

Ayer tuvo lugar el 42 maratón mundial -trimestral- de Urban Sketchers. Nos reunimos a dibujar en la Nave de Motores del Metro de Madrid, en las instalaciones de Pacífico. La nave se terminó de construir en 1923, el mismo año de la construcción de la primera línea de metro, con el fin de garantizar un suministro eléctrico estable a la red. Contiene tres imponentes motores diésel de 1500 CV cada uno, adquiridos en Alemania, que se mantuvieron en servicio hasta 1972. Hoy en día es un pequeño y olvidado museo de la Comunidad, aunque está muy pulcramente cuidado.
Los gigantes mecánicos permanecen dormidos en medio de una amplia nave, de techos altísimos y ventanales enormes, que dejan atravesar la claridad de una soleada mañana de invierno. En la monumental mesa de control, las manecillas de un reloj marcan las 10:30, de un lejano día del siglo pasado.