Hace unos días se han casado Emilio y Gloria, y hemos bajado en familia hasta Murcia y Lorca, el lugar en donde nació Gloria, y donde conserva
a toda su familia. Ha sido un auténtico ‘bodón’ de los que ya no suelen verse, más al
gusto de la familia de la novia que de la propia pareja, pero algunas tradiciones tienen raíces muy fuertes. La tarde de vísperas llegamos a Murcia al anochecer, y estiramos las piernas por
la ciudad, de la que apenas recordaba nada de mi única y fugaz visita hace unos años.
Paseamos entre un ambiente festivo y pulcro hasta la catedral (arriba). Eran las ocho y media cuando llegamos y ya estaba cerrada, pero muy bien iluminada; barroca y recargada,
pero impactante. A falta de catedral, pasamos a contemplar un enorme belén instalado en un patio del Palacio Episcopal, con múltiples escenas y repleto de minuciosos detalles. De regreso al hotel, paseamos por la calle Trapería, sobre un recorrido en alfombra roja hasta el
mercadillo artesano de Navidad. Fue un paseo muy bonito, cuyo recuerdo permanecerá por mucho tiempo en nuestra memoria.
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