A las once salimos hacia nuestro principal destino del día: el hayedo de la Tejera Negra, en la vecina Guadalajara. Es un día soleado y el camino nos reserva muchas sorpresas a cada paso, por contraluces de álamos y chopos en plena explosión otoñal, y por el contraste salvaje de las construcciones de arcilla y el azul del cielo. El grueso del día hemos estado caminando por la senda de las carretas del hayedo. Al llegar al mirador, nos hemos detenido a tomar un refrigerio y hacer un apunte de los hayedos naranjas y los selvares rojos sobre fondo azul, en el silencio de la cumbre. El camino de regreso a través del bosque nos entretiene de nuevo, porque hasta los siempre verdes pinos tienen luces y sombras que ofrecer. Después de un café en Ayllón, nos hemos despedido hasta otro jueves.
jueves, 15 de octubre de 2015
Riaza y el hayedo de la Tejera Negra
Segovia es una de las que ofrece más impresionantes bellezas entre las que rodean a Madrid. Nuestra salida otoñal de los jueves nos ha conducido hoy hasta Riaza, en la sierra norte segoviana, cerca de los límites con Madrid y Guadalajara. Aunque es un pueblo bastante activo, la población desciende notablemente fuera de la época estival, como en la mayoría de los núcleos rurales. Me he quitado el frío del alba con un café bien caliente, y después me he sentado a hacer un apunte en un banco de la plaza mayor, que es realmente la arena de un coso taurino, frente al ayuntamiento, a una hilera de casas riazanas y a la iglesia de Nuestra Señora del Manto, del XV.
A las once salimos hacia nuestro principal destino del día: el hayedo de la Tejera Negra, en la vecina Guadalajara. Es un día soleado y el camino nos reserva muchas sorpresas a cada paso, por contraluces de álamos y chopos en plena explosión otoñal, y por el contraste salvaje de las construcciones de arcilla y el azul del cielo. El grueso del día hemos estado caminando por la senda de las carretas del hayedo. Al llegar al mirador, nos hemos detenido a tomar un refrigerio y hacer un apunte de los hayedos naranjas y los selvares rojos sobre fondo azul, en el silencio de la cumbre. El camino de regreso a través del bosque nos entretiene de nuevo, porque hasta los siempre verdes pinos tienen luces y sombras que ofrecer. Después de un café en Ayllón, nos hemos despedido hasta otro jueves.
A las once salimos hacia nuestro principal destino del día: el hayedo de la Tejera Negra, en la vecina Guadalajara. Es un día soleado y el camino nos reserva muchas sorpresas a cada paso, por contraluces de álamos y chopos en plena explosión otoñal, y por el contraste salvaje de las construcciones de arcilla y el azul del cielo. El grueso del día hemos estado caminando por la senda de las carretas del hayedo. Al llegar al mirador, nos hemos detenido a tomar un refrigerio y hacer un apunte de los hayedos naranjas y los selvares rojos sobre fondo azul, en el silencio de la cumbre. El camino de regreso a través del bosque nos entretiene de nuevo, porque hasta los siempre verdes pinos tienen luces y sombras que ofrecer. Después de un café en Ayllón, nos hemos despedido hasta otro jueves.
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