jueves, 22 de octubre de 2015

Una mañana en el Botánico

Tal día como hoy, falleció mi padre, hace ya muchos años. Murió cuando yo solo tenía doce años, y apenas le había visto en muy contadas ocasiones durante los últimos ocho años de su vida, que la pasó aislado de la familia, internado en dos hospitales de la sierra de Guadarrama, con la esperanza de que el aire serrano pudiese aliviar su enfermedad. ¡Descanse en paz!
Esta mañana hemos ido a dibujar al Jardín Botánico, en el Paseo del Prado. A primera hora noto la desazón de un poco de fresco y las sombras cubren toda la escena sin dejar espacio a la imaginación, pero a medida que el sol va ascendiendo por su arco, el jardín va recobrando volúmenes y vida.


Ale parece ser bastante aficionada a las plantas y nos recita los nombres de algunos árboles y arbustos. Así paseamos un buen rato por todos los senderos y paseos del jardín, entre fuentecillas diminutas y estatuas de ilustres botánicos, tomando fotografías, recogiendo algunas hojas, y deteniéndonos ante cualquier minúsculo detalle. Después de fisgar en el invernadero, y digerir una curiosa exposición sobre vinos en el pabellón central, subimos al jardín de bonsáis donde nos sorprendió un hayedo bonsai. Satisfechos del paseo, nos sentamos en el borde de una fuente a hacer un apunte del jardín (arriba), para captar la explosión de luces y color.








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