He subido temprano hasta la venta Marcelino, a las puertas
del parque de Peñalara. Me ha sorprendido que un martes haya tanta afluencia de
visitantes, la mayoría de ellos peinando canas o cubriendo calvas. Se mueven en
silencio, acompañando a sus toses; y un pequeño grupo conversa en voz alta. Les
preocupa el caso de ébola que se acaba de hacer público en la comunidad de
Madrid. No parecen estar muy interesados en el destino de la enferma
contagiada, sino en que se depuren las responsabilidades por el
contagio: es otra forma de expresar el miedo. Es simplemente un eco de lo que he
venido oyendo en la radio del coche por el camino. Veremos cómo evoluciona todo en las
próximas semanas.
Me pongo a hacer mi primer dibujo en los alrededores de la
venta. El principio de la mañana era soleado, pero al poco se levanta una ligera
niebla que ensombrece todo. Cuando termino me voy a tomar un
café. Me ha venido bien coger todo el equipo de abrigo,
pero después de llevar un rato sentado al aire libre me he quedado algo frío.
A las diez y media en punto llega la comitiva de la FMM.
Después de los saludos, nos ponemos en camino en dirección al puerto de los
Neveros. Mi segundo dibujo (a la izquierda), es en un paraje próximo a la
laguna de Peñalara. Bajo hasta el arroyo para buscar una buena posición. Es un
pequeño afluente del Lozoya, que se desliza torrentera abajo. Arriba, una
imponente mole granítica a la que llaman ‘la Hermana Mayor’, situada a oriente
de la laguna. Una mata de helechos a mi derecha muestra los primeros síntomas
de la temporada de otoño. Desde aquí vamos a empezar a repintar las señales del
sendero PR15, pero yo me quedo atrás haciendo un boceto del momento.
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