domingo, 20 de julio de 2014

La portada de San Román de Cirauqui

De improviso, Matilde y yo hemos decidido tomar unas necesarias vacaciones y subir hacia el norte. Ninguno de los dos conocía San Sebastián, ni el nuevo Bilbao del Guggenheim, ni hemos dedicado nunca nuestro tiempo de viajes a recorrer el País Vasco. Ahora, con la situación aparentemente más normalizada, nos ha parecido un buen destino. Además, podríamos pasar por Pamplona a visitar de nuevo a nuestro amigos, Alfonso y Carmen. Conocí a Alfonso y a Carmen, su mujer, allá por 1978, cuando ambos coincidimos trabajando temporalmente en San José de Costa Rica. De eso hace ya muchísimo tiempo, pero aunque nos hemos visto en contadas ocasiones, las buenas amistades siempre permanecen. La última vez que les habíamos visto fue hace unos diez años, cuando subimos a Pamplona con Víctor y tuvimos la oportunidad de visitar su entrañable y especial casa de Cirauqui, esa que habían ido reconstruyendo con sus propias manos y mucho esfuerzo, a partir de la cochiquera de una solariega casa familiar.


Matilde me ha animado a hacerles uno de esos dibujos a plumilla, que a mi tanto me gustan. Me ha parecido una idea estupenda. Después de revisar un montón de fotografías de nuestra estancia en Costa Rica, de mis dos escapadas a San Fermín a principios de los ochenta, o de nuestro último viaje con Víctor, nada de eso me ha parecido suficientemente interesante. Finalmente, he decidido hacer un dibujo sobre la portada de San Román de Cirauqui, iglesia que visitamos solo durante unos pocos minutos en nuestra estancia anterior. La iglesia es una sólida construcción, de apariencia casi militar, edificada hacia 1200, que sufrió numerosas ampliaciones y reformas en los siglos XVI y XVII. Afortunadamente, a través de todas ellas parece haberse conservado intacta su monumental portada románica de la fachada sur, formada por un gran arco apuntado que se abocina con una impresionante secuencia de ocho arquivoltas decoradas. El arco interior está festoneado por once anillos de herradura de influjo musulmán. En el dibujo he buscado aislar la portada del resto del edificio, excepto los accesos al recinto exterior, para dar profundidad al conjunto. La puerta abierta en la portada ayuda a dar una impresión de profundidad al espectador.

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