Hoy nos hemos congregado cerca de cuarenta dibujantes en los jardines del Campo del Moro, con motivo de la 44º Worldwide Sketchcrawl, un evento trimestral que se celebra simultáneamente en muchas ciudades del mundo, uniendo las aficiones de miles de dibujantes. Habíamos elegido este lugar porque el calor va batiendo Madrid en estos días de verano y un frondoso jardín es una garantía para disfrutar de sombras agradables y múltiples rincones para dibujar. Los jardines, tal y como les conocemos, datan del siglo XIX y se dice que su nombre proviene de un caudillo musulmán, Alí Ben Yusuf, que acampó sus tropas por estos parajes, en el cortado entre el río y el antiguo alcázar, cuando a la muerte del rey Alfonso VI, en 1109, intentó reconquistar la plaza de Madrid de manos de los cristianos.
Quizás me falle la memoria, pero no recuerdo haber cruzado nunca la puerta de acceso a este parque, hasta el día de hoy. ¿Por qué? No sabría explicarlo. Quizás porque estuvo cerrado al público muchos años. Quizás porque desde detrás de la verja puede apreciarse perfectamente el paseo adornado con fuentes que atraviesa el parque desde su entrada, en el valle del río Manzanares, hasta la fachada del palacio. Quizás porque estos jardines siempre me habían parecido una mancha agradable en el paisaje, pero a la vez un lugar solitario, privado e inaccesible...
Afortunadamente, hoy he podido disfrutar enormemente de este desconocido entorno madrileño. Un lugar poco concurrido y sorprendentemente silencioso. Arriba, los bocetos de un par de construcciones decorativas del siglo XIX: el Chalet de Corcho (izquierda) y la Casita de la Reina (derecha), de estilo tirolés. En sus inmediaciones se mueven confiados algunos pavos reales en plena libertad y uno de ellos se ha acercado a mi lado mientras dibujaba.
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