Pasamos dos noches en el encantador hotel rural de Usategieta, ubicado en un antiguo caserío, en medio de una enorme finca, en Oyarzun, a medio camino entre Fuenterrabía y San Sebastián. El camino de acceso al hotel es bien angosto, con el ancho justo para un solo coche, contribuyendo a generar adrenalina y facilitar una puesta en escena espectacular. Llegamos a primera hora de la tarde, cuando el sol ya se desliza en caída libre por entre la nubes y la húmeda hierba de sus praderas brilla como el oro. Cerca de la casa hay unos exuberantes tallos de hortensias de color rosa pálido, realmente son unas matas monumentales. Ha llovido hasta hace bien poco y el agua puede recogerse simplemente pasando suavemente la mano por encima de las plantas. Una solitaria pareja de huéspedes juega al badminton en medio de la pradera, junto a una pequeña plantación de árboles frutales. El hotel y su entorno es silencioso, ayudando a crear una sensación muy apacible. Los montes que nos rodean se difuminan detrás de caprichosas nubes bajas que se crean y desaparecen con visible rapidez.
La recepcionista que nos atiende es amable y atenta, siempre interesada por saber si todo está en orden y por ofrecernos su ayuda para que podamos disfrutar de nuestras visitas en Guipuzcoa. Han bautizado las habitaciones con nombres de montes de la tierra. Nos alojamos en la número seis: 'Aritzulegi'. La cena se sirve desde bien temprano, desde las ocho y media, excepto los lunes. El postre de yogur con helado de fresa fue sencillamente delicioso.
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